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  QUINTA TEMPORADA: LA BÚSQUEDA DEL GRIAL

 

Buffy cazavampiroses una serie que integra toda una mitología, a veces de raíz clásica y a veces remozada bajo una capa de cultura popular contemporánea. Así, se entremezclan sin problemas temas de tan rancio abolengo como el de Amor y Psique con alusiones a Star Wars o personajes de cómic.

 Cada temporada completa un arco argumental –generalmente, estructurado en torno al eje del Big Bad correspondiente- y quizá se pueda hacer el esfuerzo de ver una unidad temática. Por ejemplo en una web francesa [Creo que la referencia es www.encyclobuffy.com  ] se establecía con bastante fundamento la interesante idea de que la Cuarta temporada se centraba en el tema del Génesis y la creación del hombre. De tres nuevos hombres en realidad: sobre todo, Adam, el superhombre monstruoso que inmediatamente destruye a su creador para imponer un nuevo orden, pero también otros dos fracasos parciales de la doctora Walsh: Riley, su mejor soldado a quien traiciona modificándolo biológicamente y Spike, que tendrá que aprender a sobrevivir indefenso en un mundo hostil tras la implantación de un chip que le impide atacar a humanos. Paradójicamente, los dos “fracasos” de Walsh serán los dos supervivientes que inician, cada uno a su manera, una dura vida entre dos aguas, incapaces de encajar en un mundo que ya nunca será el suyo. En realidad, más que de Creación, se trataría, pues, de una manipulación-destrucción, pérdida del Edén, jugar a ser Dios con las armas del diablo. Pero la expulsión del paraíso también forma parte del Génesis. 

La quinta temporada inicia un nuevo tema. Lo he llamado la búsqueda del Grial por ser éste el mito emblemático de todo itinerario heroico. Además, las referencias al cuento medieval están presentes en elementos e iconografía de la temporada como los caballeros de Byzantium, los monjes protectores de la Llave, las espadas, el avance de la magia, la energía de luz y la torre en el capítulo final, o el fugaz dragón que cruza los cielos en el correspondiente apocalipsis.

 En la andadura de la serie, la quinta temporada narra la lucha por hacerse con algo vital. Igual que los caballeros del rey Arturo buscaban el cáliz de Cristo, los personajes de Buffy se lanzan en pos de un talismán que sólo estará al alcance de quien demuestre ser digno de conseguirlo. En realidad, la búsqueda del Grial es una forma de decir el desvelamiento de algo oculto o la consecución de un objeto esquivo, pero irrenunciable, algo cuyo logro cuesta sangre, sudor y lágrimas. Tal objetivo variará según los personajes, pero lo más frecuente es que se identifique con la búsqueda dolorosa de la verdad, del conocimiento, la propia identidad, el sentido último de la propia vida, o la lucha por el amor, o la dignidad...  El Grial, al final de la temporada, se identifica con la Llave, receptáculo de energía disputado por las fuerzas en contienda, unos para utilizarlo con malas artes en su propio beneficio (Glory), otros para eliminarlo por su potencialidad destructora (los caballeros), otros para protegerlo (Buffy).

 Buffy se convierte así, por una vez, en adalid de los sentimientos, la fragilidad humana individual encarnada en Dawn por encima de un abstracto bien global. En esta temporada Buffy opta conscientemente por el corazón en lugar de la razón, algo que no es desde luego habitual en ella, pero que concuerda con el giro hacia su humanización entendida como asunción de su fragilidad. El tema es recurrente: lo dice Giles que reconoce su orgullo por cómo la Buffy cazadora se deja guiar por el corazón y resurge poderoso al final cuando Buffy advierte a sus amigos de que matará a cualquiera que, para evitar el Apocalipsis, amenace a Dawn. Quizá Buffy siempre se ha dejado dominar por el corazón, pero ahora toma esta opción de forma consciente y radical. Si en el pasado fue capaz de sacrificar a Angel, ahora afirma estar dispuesta a luchar contra quien sea en defensa de su hermana. Esta “humanización” de Buffy se adentra en su crecimiento como personaje, cada vez más complejo y con más conflictos en su interior. Ése es su particular Grial en la quinta temporada. Buffy se busca a sí misma y eso le exigirá un largo camino y una decisión terrible, pero al final, tras la catarsis, Buffy, como una heroína trágica, asume conscientemente su destino para enfrentarse al dios, salvar al mundo y, fundamentalmente, alcanzar la paz consigo misma.

 (En realidad, razón frente a pasión es una constante de la serie con el reiterado triunfo de la segunda frente a la primera. El tema tiene una formulación brillante en el parlamento final de Spike en El paseo de los amantes (3ª Temp.) y, con matizaciones más o menos morales, en la oposición Buffy/Spike que se desarrollará sobre todo en la sexta temporada. Allí tendrá un planteamiento más oscuro pues la crisis de Buffy la empuja a dejarse arrastrar por los deseos (dependencia sexual respecto a Spike), lo que ella percibe como una indignidad. Se produce, pues, una vampirización de Buffy, entendida como acercamiento al polo del instinto (Spike) en esa relación ya mencionada Bufy/Spike= razón/pasión. Aquí, en la quinta temporada, sin embargo, se ve de forma más positiva: Buffy aprende a conocer y asumir sus “debilidades” y afectos y eso la hace más fuerte.)

      El tema de la búsqueda se centra en Buffy desde los primeros episodios y será la razón de que se quede junto a ella Giles-Merlín dotando de nueva función a su ya superado papel de Observador. Buffy comprende que su fuerza y destreza de Cazadora no son suficientes. Tiene que entender, entenderse a sí misma, comprender su misión y buscar un norte en su vida personal cada vez más desbaratada. Todos los personajes están madurando. (¿Qué decir de Willow, cada vez más poderosa? Giles ha superado su mera misión de entrenador para convertirse en mentor. Riley se encuentra en una encrucijada de autodestrucción, pero tomará la valiente decisión de no dejarse hundir. Spike inicia un camino sin vuelta atrás... Hasta Xander va camino de convertirse en adulto y estabilizar su vida junto a Anya). Pero especialmente madura Buffy, que  emprende de  forma dolorosa y con seriedad la tarea de descubrimiento. Las sorpresas que encuentra no son agradables, pero era necesario que las descubriera. Descubrirá, por ejemplo, la muerte. La muerte como anhelo de la Cazadora en Fool for love (Ansias de amor), la muerte de los seres más queridos en The body (Joyce, su madre), la necesidad de la propia muerte (The gift). Pero no me parece que la muerte sea el centro temático de la temporada, sino el propio proceso de búsqueda. El hecho de querer saber, de obligar a la verdad a aflorar incluso a golpes (Fool for love) o adentrarse en el desierto para recibir lo que parece sólo un enigma (“La muerte es tu regalo”). Es una dura búsqueda en la que Buffy está sola (Joyce ha muerto, Giles sólo puede conducirla en los primeros pasos, Riley la ha abandonado) y en la que la responsabilidad que cae sobre sus hombros (proteger a Dawn, salvar al mundo) parece aplastarla. Buffy encuentra la verdad, pero esa verdad es demoledora, inmovilizante (The weigth of the world). La segunda tarea de Buffy, su verdadera heroicidad, consistirá en asumir esa verdad y levantarse para hacerle frente, aun sabiendo que esta vez no puede vencer.

 Descubrir la verdad tiene una segunda faceta, no menos dolorosa, en el caso de Dawn. Una niña de catorce años que se entera de golpe de que todo lo que sabe de sí misma es falso; más aún, que su propia identidad y existencia son ficticias. ¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi verdad? ¿Qué va a pasar conmigo? Son preguntas acuciantes que atenazan a Dawn. Pero no sólo a ella. En mayor o menor grado, pueden hacérselas también Spike, Riley y, si no fuera tan estúpidamente superficial, incluso la diosa Glory-Ben, inmersa en una esquizofrenia cuyas dos personalidades desdibujan cada vez más sus fronteras.

 La búsqueda de la verdad en Riley supone replantearse su relación con Buffy. Profundamente enamorado, comprende muy pronto no sólo que no puede encajar en la vida de la Cazadora, sino también que los sentimientos de ella no son comparables a los de él. La frustración de Riley es digna de compasión. Golpeándose constantemente contra el muro de incomprensión de Buffy, Riley alcanza pronto conciencia de su triste situación. Intentará infructuosamente acercarse a su amada, pero la sentirá siempre lejana, de forma que al final optará por la única salida digna: marcharse. La verdad es también dura para Riley, pero es el personaje que la asume con más rapidez y entereza. A su drástica decisión quizá se le pueda achacar falta de coraje para luchar por su amor, pero Riley es perfectamente consciente de que tiene la partida perdida. La escena en que comparte, después de los golpes, alcohol y penas amorosas con Spike, quien acaba de delatar sus escapadas vergonzantes a Buffy, demuestra que son los dos hombres más lúcidos de la serie. Rectifico: no es cuestión de sexo, los dos personajes más lúcidos. Y estar al nivel de Spike en esto es mucho.

 (¿Recordamos la escena?

 R- ¿Crees que tienes alguna posibilidad con ella?

 S- No. Pero tengo derecho a intentarlo. Por si acaso. A veces pienso cuál de los dos tiene la mejor posición: tú, abrazándola, besándola y estando tan lejos de ella o... Definitivamente, tu posición es mejor.

 R- Sí, yo soy el afortunado”.- pero el sarcasmo tiñe de tristeza la afirmación de Riley. )

Definitivamente, Riley no conseguirá a la dama pero, comprendiendo su fracaso, hará lo que se espera del caballero que es: decir adiós y seguir su camino arriesgando su vida en otras aventuras y combatiendo a otros enemigos.

Tampoco la consigue de momento Spike. Si el Grial de Buffy no era la muerte, sino adquirir el conocimiento, tampoco creo que el Grial de Spike sea Buffy, sino hacerse digno de ella. En realidad éste será el talismán a conseguir de toda su trayectoria como héroe. La búsqueda de Spike en esta temporada se centra en comprender la naturaleza de su obsesión por Buffy y aprender a actuar en consecuencia. Nada fácil. Paradigmática la escena en que ensaya cómo disculparse ante Buffy por haber delatado a Riley. Ante un maniquí con peluca rubia, le ofrece una caja de bombones, explica sus motivos, intenta ser amable... y acaba arremetiendo a golpes contra la supuesta Buffy. Para a continuación, intentar serenarse y empezar de nuevo.

Spike es el personaje a quien se le exige el cambio más radical. La búsqueda de Spike es el amor de Buffy, pero su avance es torpe, tropieza constantemente porque lo que tiene que aprender el eterno tramposo que es Spike es que en este juego no valen trampas. Por mucho esfuerzo que suponga para él, no basta con no aprovecharse de la situación, intentar agradar o buscar lo conveniente. Las reticencias de la pandilla ven cálculo egoísta incluso en las ocasiones en que no lo hay. Para conquistar a Buffy, Spike no debe “hacer” cosas,  sino “ser”. No fingir ser de una manera apropiada, sino serlo, ser de verdad. Es decir, ser diferente de cómo es, renunciar a su naturaleza vampírica, algo prácticamente imposible. Iniciará ese camino, pero desde luego está muy lejos aún de llegar a la meta y tendrá penosos retrocesos como al final de la sexta temporada. En definitiva, a Spike, que no es humano, se le pide que se comporte como tal. No sólo que se comporte como un hombre, sino como el hombre que pueda ser amado por la heroína. Con el agravante de que a Spike, los humanos no le parecen un modelo a seguir. No tiene el menor deseo de ser como ellos. Como le dice a Dawn “I´m not good and I´m okay”. Spike es a quien seguimos con más detenimiento en su viaje iniciático: Empieza la temporada horrorizándose con la pesadilla en que se plantea su amor hacia Buffy. (De paso comento que su horror no creo que suponga  sorpresa, sino más bien al contrario: es el horror a ver convertido en real lo que tememos. El despertar aterrado de Spike suplicando “No. Por favor, no”  es el reconocimiento de que en su fuero interno ya sabe qué siente por Buffy, a pesar de que siga ocultándolo a los demás y a pesar de que continúe varios capítulos actuando con hostilidad hacia ella, como corresponde al complejo sentimiento de amor-odio, atracción-repulsión que les une y del que, por el momento, sólo él es consciente.) Después tendrá que admitir ese sentimiento como una verdad ineludible primero a sí mismo en sus fantasías sexuales, y más tarde ante Buffy y sus amigos, lo que acarrea el inevitable rechazo de la pandilla. En los episodios finales, sin embargo, Spike ha adquirido una seriedad, un peso específico del que carecía anteriormente su personaje bufonesco y despreciado por los demás. A partir de ahora, que le maltraten será problema -e injusticia- de los otros, no de él, que es quien descubre la doble identidad de Ben, se convierte en ángel protector de Dawn y, en la práctica, acaba siendo el lugarteniente de Buffy. Les guste o no, los scoobies –como Buffy- tendrán que reconocer que Spike es uno de los pocos muros de contención que les quedan frente a Glory.

Y en la batalla final, Spike se comporta con admirable lealtad. La conversación previa entre Buffy y él, cuando la joven con una sonrisa, le invita de nuevo a entrar a su casa, derrumba muchas otras barreras. Spike, que ya no espera nada –en  gran parte, su aprendizaje en esta temporada será el de la renuncia-, dirige a Buffy las palabras llenas de agradecimiento que establecen el nuevo estatus de su relación, la dignidad (“Sé que nunca me has querido y que soy un monstruo, pero tú me tratas como a un hombre”.) Esta situación que por primera vez es de igual a igual convierte a Spike en la persona de confianza de Buffy. De guerrero a guerrero. Sólo Spike está a su nivel, sólo con Spike puede hablar claro (B-“Alguno de nosotros morirá”./ S- “Siempre supe que moriría peleando”), sólo a Spike puede pedir que salve a Dawn.

Y Spike responde entregándose por completo. Cuando Dawn vaya a ser sacrificada, será Spike el último obstáculo que se interponga para protegerla del verdugo. “Se lo prometí a una dama”.

Pero si, en el último episodio, Dawn es el Grial que hay que recuperar a toda costa, Spike, impuro Lanzarote, fracasará. No por falta de valor o de entrega, sino porque la empresa requiere una víctima propiciatoria, un regalo de sangre que, como una joya excelsa, sólo puede entregar la heroína. Cuando Buffy culmina el hallazgo del verdadero sentido de su existencia, en las ruinas del mundo salvado [i]in extremis[/i] por la sangre de Buffy, Spike se desmorona y en sus lágrimas encuentra él también la amarga verdad de un amor demasiado fuerte para serle arrebatado antes de conquistarlo.  

Conforme avanza la temporada va haciéndose cada vez más oscura, aunque los primeros capítulos, más luminosos, son quizás los mejores. Culminan en esa joya absoluta que es Fool for love, pero el conjunto de esos episodios va entretejiendo la telaraña de la que no podrán escapar los personajes. -Sobre todo son magistrales las escenas finales, casi todas ellas con un quiebro inesperado, un detalle sorprendente que desvela, de forma casi brutal, un giro en la historia, muchas veces hacia lo trágico. Por ejemplo el final de The replacement, un capítulo más bien cómico, centrado en las vicisitudes de Xander, que acaba con una conversación aparentemente tierna y reconfortante de confidencias entre Riley y Xander, en que Riley habla de lo importante que es en su vida el amor de Buffy hasta que, mirando de frente, dice: “pero ella no me quiere”. Es el final más lleno de nostalgia, dramatismo y serena tristeza, pero en la misma línea podemos situar los finales de Buffy vs Drácula con la primera aparición, ésta sí que absolutamente sorpresiva, de Dawn; la anticipación que supone la frase que Dawn escribe en su diario al acabar Real me “¡Qué sorpresa te vas a llevar, hermanita”; la pesadilla de Spike que pone fin a Out of my mind; el impresionante desenlace de Fool for love;... y en capítulos posteriores, Buffy llegando tarde al helicóptero en que se marcha Riley o la muerte de Joyce que rompe por completo con lo tratado en I was made for love you-  En cualquier caso, conforme avanzan los episodios, nos van sumergiendo en aguas más profundas, con los personajes creciendo y adentrándose en terrenos más peligrosos, hasta alcanzar clímax imposibles. Por ejemplo, el asedio en la gasolinera, último refugio propio de cine negro: lugar de reunión de todas las fuerzas en conflicto, con los héroes recluidos en un recinto a punto de desmoronarse, divididos y sin apenas esperanza. El clímax absoluto es, por supuesto, el final, hacia el que se dirige imparable la larga andadura de toda la temporada. Es tan demoledor que sólo admite un único plano fijo final: la tumba de Buffy.

          Parecería entonces que todo ha acabado. Que la serie rubrica su final con un fracaso absoluto de los héroes que tanto han luchado.

         Nada más lejos de la realidad. Independientemente de la resurrección posterior de Buffy -que por ahora ni se plantea-, la aparente desolación con que termina la temporada, en realidad supone el triunfo de todos y cada uno de los personajes (excepto Glory, claro): Dawn se afianza en su realidad ya irrenunciable y es aceptada hasta el punto de que todos estarán dispuestos a dar su vida por ella. Spike ha conseguido la dignidad de hacerse igual a los demás – y él lo sabe-. Giles nunca ha sido más sabio. Xander, Anya, Willow y Tara afirman su amor en tiempos de zozobra con la fortaleza de quienes comprenden que la unión les hace indestructibles. Incluso Joyce, traspasando las puertas de la muerte, puede confiar en que su antorcha la recogerá Buffy, a partir de ahora, la protectora de Dawn y el pilar de la familia. Y Buffy, la gran sacrificada, es sin duda la gran triunfadora. Es la que más conscientemente apuesta por pagar el rescate de la vida de su hermana y la salvación del mundo. En el momento de la destrucción aparentemente inevitable, ella entrevé la salvación. Encuentra su destino, comprende su misión y con la entrega generosa de su vida, hace el más sublime regalo para la salvación de los demás.

       Todos han conseguido su Grial. Sólo que eso -la  vida nos lo demuestra una y otra vez- supone sacrificios muy dolorosos. Pero todos han hecho una elección en la que estaban dispuestos a perder algo a cambio de ganar lo que consideraban más importante y lo han conseguido. El ciclo se ha completado y, en conjunto, la quinta temporada, una de las mejores, transmite también, desde mi punto de vista, una de las visiones  más positivas.