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NOT FADE AWAY.- SEGUNDA PARTE

(ANGEL, 05X23)




Este fic que se sitúa después del último capítulo de Angel, o sea, después del final de ambas series; pero en realidad, es una "segunda parte" del desenlace.  De todas formas, es respetuoso con lo ocurrido en la serie y no entra en contradicción con nada de lo emitido.

Anteriormente en Not fade away,
¡ ATENCIÓN: SPOILERS!

El capítulo -y la serie- acababa después de que los héroes se enfrentaran a la Espina Negra, el poder ejecutor de los Socios Mayoritarios en la tierra. Para poder entrar en el Círculo, Angel firmó su renuncia al sanshu, pero ,desde dentro consigue acabar con todos los líderes. Spike rescata a un niño que iba a ser destinado a un ritual demoníaco. Lorne, siguiendo órdenes de Angel, dispara contra Lindsey, a pesar de que éste parecía haberse unido a ellos. Mientras intenta eliminar a otro demonio de la Espina Negra, Wesley muere en brazos de Illyria y ésta acaba por él el trabajo. Finalmente, Lorne decide buscar una nueva vida, en tanto que los otros supervivientes (Gunn, mortalmente herido, Spike, Illyria y Angel) se reúnen en un callejón junto al Hyperion para enfrentarse, sin ninguna esperanza, a las hordas de demonios que, aparentemente, van a masacrarlos.

No fade away

Segunda parte

 

Seguía lloviendo a cántaros y la humedad calaba a Lorne hasta los huesos, mezclándose allí con una frialdad nueva que le hacía temblar aún más que las ráfagas heladas que acuchillaban su carne. Se sentía blando por dentro, como si le hubieran ido vaciando para meter en su interior una sustancia maleable que fuera ocupando cada intersticio de su ser y desalojándole de su propio cuerpo. Suspiró. Más valía que se dejara de autocompasión y buscara un sitio donde guarecerse. Había pensado coger el primer autobús que saliera sin importarle hacia donde le llevara, pero con la que estaba cayendo, mejor hacía antes una parada en algún sitio donde pudiera calentarse un poco y beber el suficiente alcohol como para seguir adelante. Al girar una esquina vio los cristales iluminados de un garito abierto y encaminó hacia allí sus pasos.

 

Cuando entró, le pareció que el sitio languidecía tanto como él. Sin duda, apropiado. Un tipo malencarado contemplaba en silencio el vaso que tenía ante sí, como si en su fondo pudiera leer los misterios del universo. Desde la barra, el camarero, limpiaba una copa y observaba al recién llegado con una mezcla de indiferencia y hastío. Lorne se acercó.


-Un whisky doble, por favor.


Mientras se lo servía, el camarero le miró de arriba abajo.

 
- Tienes mal aspecto, tío. Claro que con esta noche de perros, parece que es el fin del mundo.
- Sí, eso parece – musitó Lorne.

- Y por tu pinta, se diría que tú vienes de allí.

Vaya por Dios. El camarero iba a resultar locuaz. Para una vez que a Lorne no le apetecía ser sociable...
- ¿Crees que esto va a acabar alguna vez?- El camarero se refería a la lluvia y el frío, pero a Lorne le atenazaba la angustia por algo mil veces más grave.

- No lo sé. En realidad, tampoco me importa- mintió.

- ¿No tienes amigos en la ciudad?

- No sé qué ha sido de ellos. Quizás siguen peleando contra el fin del mundo. O quizás hayan sido ya barridos y estén en el infierno. Yo sólo quiero un sitio donde estar a salvo.
- Nadie está nunca a salvo, amigo.- comentó filosófico el camarero.

 

El final de la batalla



Los demonios parecían no tener fin. Eran como una masa informe y oscura que llegaba en oleadas de violencia. A los primeros habían conseguido vencerlos y unos cuantos cadáveres a sus pies eran el efímero trofeo de que podían presumir, pero cada vez resultaba más difícil mantenerlos a raya. Illyria era una perfecta máquina de combate y había hecho tantos estragos entre sus atacantes que era evidente que la evitaban. Preferían concentrarse en los dos hombres, Spike y Angel, que luchaban espalda contra espalda, defendiéndose mutuamente con la eficacia de quienes han compartido juntos miles de batallas y no necesitan comunicarse para actuar al unísono. Gunn había caído al poco de comenzar aquel infierno y su cuerpo yacía a los pies de sus compañeros que, mientras les quedara aliento, estaban dispuestos a defender su cadáver como héroes homéricos. Sin embargo, apenas habían pasado unos pocos minutos y ya estaban arrinconados, conformándose casi solo con aguantar un poco más, resistir unos segundos antes de lo inevitable.


Entonces, de pronto, ocurrió algo sorprendente. Primero hubo una especie de desorientación entre los demonios. Luego Spike, Angel e Illyria dejaron de ser su objetivo prioritario porque otro enemigo estaba requiriendo toda su atención. Mientras continuaban defendiéndose y repartiendo golpes vieron como unas sombras negras se descolgaban de las paredes del callejón, irrumpían por todos los rincones y hacían frente a los demonios.

Eran muchos, pero sobre todo respondían a una estrategia perfectamente orquestada y hacían gala de una agilidad y una eficacia sobrecogedoras. Silenciosos, disciplinados, eficaces, los guerreros ninja abrían brecha imparable entre las fuerzas de la Espina Negra. Pero éstos seguían siendo superiores en número. La batalla estaba en un momento de indecisión. La victoria podía caer lo mismo de un campo que de otro. Y en aquel preciso momento, Illyria tomó una decisión que decidió el rumbo de los acontecimientos.


Metió su mano en el cuerpo ensangrentado de uno de los ninjas caídos y le arrancó el seguro de autodestrucción. Lo lanzó contra las hordas que se les acercaban, en el centro mismo de las filas enemigas. La sorpresa y la explosión desbarataron el ataque y además generaron una oleada de confusión que inició la retirada en desorden de los demonios. La honda expansiva los hizo tambalearse a ellos también, pero la batalla estaba ganada.


Los ninjas cyborgs continuaron barriendo los últimos núcleos de enemigos que se resistían o intentaban en vano huir. Angel admirativo se dirigió a Illyria:


- ¿Cómo sabías activar su dispositivo de destrucción?

- Lo sabía.


Aunque Angel intentó escrutar el rostro azulado de Illyria en busca de una sombra de expresión, se quedó sin averiguar si su lacónica respuesta respondía a la simplicidad absoluta o si en la actuación de la mujer se escondía algún dato oculto para los demás.

Pero en aquel momento, algo mucho más importante llamaba su atención. Las eficientes sombras negras que los habían ayudado, se reagrupaban como siguiendo órdenes precisas y por el otro extremo del callejón avanzaba despacio hacia ellos una figura que, evidentemente, era quien los dirigía.

  

 

Una propuesta indecente

 
En la oscuridad, era difícil identificarla. Pero al fin, la luz mortecina de una farola les permitió ver su sonrisa burlona.


- Lo siento, Angel, cuando te han preparado para poder arrancarte el corazón cientos de veces en una sala de tortura, una bala no consigue detenerlo tan fácilmente. Sobre todo, si como cualquier abogado dirigente de W & H has firmado una cláusula de perpetuidad. Es lo que tienen los flecos de todos los contratos y especialmente si una de las partes son los Socios Mayoritarios: se garantizan la duración de los servicios y del sufrimiento; como efecto colateral en ocasiones deriva en una cierta inmortalidad. Miradlo por el lado positivo: Gunn también pasó por el mismo “tratamiento”

 

Spike se arrodilló junto a su compañero caído y buscó el latido de su corazón.

 

- Está vivo –confirmó. En efecto, un ligero gemido les demostró que su amigo empezaba a recuperarse. La cara de estupefacción de los dos vampiros era todo un poema, tanto que desató la risa de Lindsey.

 

- ¡Ya te he pedido disculpas, Angel! Tendrás que buscar otra forma de matarme, alguna habrá. Esta vez no ha funcionado, pero puedes seguir intentándolo.

 

Spike se levantó como un resorte.

 

- Maldita sea, ¿eso significa que no ha servido para nada?

 

- Al contrario. A mí me ha servido para hacerme con el poder. Os estoy muy agradecido. Será un placer batirme de nuevo con vosotros. A no ser... que admitáis uniros al nuevo equipo.


- ¿Otra Espina Negra? ¿Repetir los mismos errores? No, gracias.

 

- Eres demasiado impetuoso, Spike. Seguro que Angel da una segunda oportunidad a la reflexión. Por eso es el jefe. Hay que pensar antes de actuar. Valorar pérdidas y posibles ganancias. Ver si merece la pena. – La voz susurrante de Lindsey se dirigía en exclusiva al vampiro moreno:- Piensa en lo que has perdido: el poder, tu posibilidad de recuperar la humanidad. ..

 

- Wes. Hemos perdido a Wes.

 

- Sí, un duro revés. Debería compensarte, ¿no crees? – Su risa ronca se derramó como las cuentas de un collar sobre el piso. Algo le hacía mucha gracia. Gunn veía con admiración restañar sus heridas, mientras, apoyado contra la pared, notaba cómo sus fuerzas se restauraban poco a poco. Illyria, tan inexpresiva como de costumbre, contemplaba la escena con cierta curiosidad; El ceño de Angel seguía fruncido entre las gotas de lluvia que resbalaban por su rostro y empapaban sus ropas. Alto, negro, inmóvil, la lluvia acharolaba su figura. Igual que la de Spike, igual de inmóvil, igual de tenso y molesto, igual de sombrío..., pero la impresionante presencia del vampiro rubio fue sacudida por un inoportuno y poco heroico estornudo- ¿Qué opinas, Gunn, tú eres el experto en leyes: incumplimiento de contrato por fallecimiento de una de las partes? Nadie de la Espina Negra está en condiciones de protestar. No es muy ético, pero ¿cuándo hemos sido éticos en ese bufete?

 

- ¿Qué quieres decir?- la pregunta de Angel fue subrayada por un nuevo estornudo de Spike.

 

- No creo que haya demasiados problemas en anular la renuncia al sanshu que firmaste, claro que... – Spike volvió a estornudar. El juramento con que lo acompañó podía pasar con buena voluntad por una disculpa.

 

- Maldita sea, con tanta lluvia, creo que me he resfriado. – Apenas lo dijo, su expresivo rostro traslució la inmensa sorpresa que le asaltó. Lindsey continuaba su frase dirigida a Angel, si bien su amplia sonrisa demostraba que estaba disfrutando de lo lindo con la situación.  ...claro que tendrías que esperar a otro apocalipsis, porque en éste el premio ya tiene dueño. Los vampiros no se resfrían, Spike. Por si también lo has olvidado, un buen remedio es mezclar el búrbon con leche caliente y meterse en cama, no necesariamente acompañado.

  

 

*****

 

Lindsey mantenía su sonrisa imperturbable:


- Debería darte las gracias en realidad: he luchado tanto por entrar a formar parte de este Círculo y ahora... reconozco que ha sido una jugada maestra, Angel: los has eliminado a todos. Has dejado el camino libre para mí.


- No tan rápido, Lindsey: quien los ha eliminado he sido yo. – Spike arqueó su ceja. ¿No se había equivocado de pronombre el jefe? Al exvampiro especialista en palabras, le hubiera gustado más un “nosotros.” Angel continuaba:- Ahora el poder me pertenece a mí. La Espina Negra soy yo.


Lindsey sonrió


- Un buen intento. Pero ¿hace falta que te recuerde cuál es la distribución de fuerzas? Yo tengo mi ejército perfectamente preparado y tú... tú tienes un abogado recuperándose de la muerte, una bonita figura azul y un humano resfriado, ¡ah! y un alma. El enojoso asunto del alma. Algo habrá que hacer con eso, pero creo que podemos manejarlo. En realidad, tu alma está ya bastante acostumbrada a matar y traicionar, ¿verdad? Siempre por una buena causa, claro. Tú sabías que esto ocurriría, por eso quisiste asesinarme. Buena estrategia, pero mala ejecución. – Si había algún resentimiento en la voz de Lindsey, quedaba por completo barrido por su ironía. El joven abogado abrió los brazos en un gesto resolutivo y amistoso- Bueno, sin rencores. Por los viejos tiempos. Te ofrezco un pacto: Hay suficiente pastel como para compartirlo: Hilo directo con los Socios Mayoritarios, la infrastructura de Wolfram and Hart y el poder ejecutor de la Espina Negra.


Angel se midió en silencio con Lindsey. Hasta el aire pareció espesarse entre los dos hombres mientras la lluvia seguía disolviendo la sangre de distintos colores derramada en charcos oscuros sobre el asfalto.


Gunn aún distaba mucho de estar en plenas condiciones e Illyria tenía por costumbre hablar poco y observar mucho, pero Spike no daba crédito. Se revolvió como un gato enjaulado, acercando su cara a la de Angel.


- ¿Cuánto vas a tardar en decidir? ¿Acabas tú con este fantoche o lo hago yo?


- Quieto, Spike. Lindsey tiene razón: Hay que sopesar la nueva situación.


- Eso es, Angel. Sujeta a tu perro de presa.


Era más de lo que Spike estaba dispuesto a soportar. Si todos se habían vuelto locos y ahora iban a abrazarse y a irse de copas juntos, que no contaran con él. Se sacudió algo de barro de su gabán negro con ira mal contenida y se marchó rezongando algún comentario de los suyos que a nadie le importó perderse.


- ¿Siempre es tan molesto? –Angel no respondió. Era evidente que Lindsey no tenía ni idea del significado del adjetivo “molesto” aplicado a Spike- ¿Te importaría mucho si acabara con él?


- Deja en paz a Spike.


Lindsey se encogió de hombros.


-Ahora sólo es un hombre normal. Irrelevante. Si no se entromete demasiado, le dejaré vivir. Bueno, las acogedoras instalaciones de Wolfram and Hart nos están esperando. ¿Volvemos a casa, chicos?


Illyria, les lanzó una mirada silenciosa, luego, con ostentoso desprecio, siguió los pasos de Spike, que ya se había perdido en la noche

 

*******

 

II.- Que acaba con una visita inesperada.




Los dedos de Lorne tamborileaban sobre la barra. Se había tomado ya dos whiskies, había entrado en calor y la vida no parecía tan sombría. Además había dejado de llover. Debería de ponerse en marcha, pero ¿hacia dónde? La idea de escapar sin rumbo ya no le seducía tanto. Sabía lo difícil que es ser aceptado en un lugar extraño, donde nadie te conoce. Si encima tienes cuernos, ojos rojos y un intenso verde pipermint en la piel, la cosa se complica hasta extremos insospechados. Hacía tiempo que en una esquina del bar había divisado un piano polvoriento. “Restos de tiempos más felices para el local”- le había dicho el camarero. Lorne sabía que las heridas de su corazón tenían siempre en la música su mejor medicina y ya no pudo resistir más la tentación.

-¿Puedo? –le preguntó al camarero. El hombre se encogió de hombros, pero su aparente indiferencia se disolvió cuando Lorne se sentó al teclado. Acodado sobre la barra, el camarero, igual que los dos o tres clientes que ahora estaban en el bar, se aprestó a concederle toda su atención.

Lorne acarició suavemente las teclas amarillentas. No estaba muy afinado, pero podía servir. Casi sin saber qué hacía, las primeras notas de una nostálgica balada fueron derramándose en el silencio respetuoso del local.

Quizás no fuera mala idea volver al principio. Empezar otra vez de cero, pero allí mismo, en la misma ciudad que ya había acogido una vez al desertor de la áspera Pylea. Amanecía y la música embellecía las horas de soledad. Quizá la música siempre podía hacer el milagro de seguir viviendo.




Spike había decidido disfrutar de su primer amanecer en más de un siglo, pero la experiencia no había sido tan grata como esperaba. Tenía un buen trancazo, como si también todos los virus que le habían respetado durante los mismos ciento y pico años hubieran estado haciendo cola para entrar de golpe en su cuerpo, y finalmente había tenido que regresar a su casa, ojeroso y enfebrecido, dispuesto – ya le fastidiaba darle la razón a Lindsey- a meterse en cama. Lanzó su abrigo empapado sobre una silla y se quitó la camiseta dispuesto a darse antes una buena ducha caliente. Desabrochaba su cinturón cuando, al entrar, en la salita, la sorpresa de ver a quien menos esperaba lo detuvo en seco.
- ¡Wesley!

 

*****

 

- Illyria nos dijo que habías muerto.


Spike sirvió un par de copas de su búrbon preferido y acercó una hacia Wesley que la miró sin tocarla.


- Illyria no miente. Iría en contra de su esencia. Aunque pudiera hacerlo, supongo que lo consideraría repulsivo, un contagio humano indigno de su calidad.


- O sea que estás muerto. – Spike le palmeó el hombro, con afecto. Luego añadió:- No es demasiado grave. Nos pasa a muchos. Aunque, al parecer, a mí ahora ya no. – El exvampiro retiró el mando a distancia del televisor y el videojuego con el que acostumbraba a entretener su aburrimiento para sentarse en el desvencijado sofá- ¿Sabes lo que ha ocurrido?


- Claro, yo estaba allí, ¿no lo recuerdas?


Spike guardó silencio, dejando que Wesley tomara la iniciativa. No tardó en hacerlo, con su voz comedida de siempre, como si además de para Spike, estuviera hablando para sí mismo, trasladando a su mente una verdad algo difícil de aceptar.


- Wesley está muerto. Yo soy Illyria.


Wes no parecía tener intención de decir nada más y Spike pensó que era mejor no agobiarle con preguntas. Hay cosas que necesitan tiempo y soledad para ser digeridas. Si de momento Wes prefería el mutismo a la compañía, habría oportunidad de charlar, porque le daba la impresión de que acababa de ganar un compañero de piso. ¿O compañera?


- Bueno, voy a darme una ducha caliente, a ver si entro en calor. No tendría ninguna gracia morir de pulmonía el primer día que vuelvo a la vida.

 

******

Spike salió de la ducha. Revolvió enérgicamente su pelo mojado con una mano, mientras la otra sujetaba la toalla con que se secaba el torso. Cogió un peine y se acercó a la puerta.


- ¿Sigues ahí, Wes?


No. Wes había desaparecido y Spike casi tuvo que hacer malabares para dejar el peine y sujetarse la toalla a la cintura ante la presencia azorada de Fred que ahora ocupaba el lugar del Vigilante y que no sabía adónde dirigir la mirada.

 


- Hola.


- ¿Wes ha tenido que irse?


La broma distendió la situación. El sonido encantador de la risa de Fred, un poco nerviosa aún, le acompañó a la otra habitación, donde Spike se puso unos pantalones. A través de la puerta le llegó su voz.

 
- Es ... un poco confuso, para todos; para nosotros, los tres. Quiero decir...


- Illyria, Wesley y tú. –le ayudó Spike que reapareció ya vestido.


- Ajá. En realidad, tiene una explicación científica –se embaló Fred.- Básicamente es una mera cuestión de transmutación entre materia y energía. Teniendo en cuenta, además, que la entidad Illyria ha transitado por ámbitos espacio-tiempo muy distintos a los nuestros y que su fuerte carga mística posibilita alteraciones de determinadas manifestaciones de nuestro entorno físico conocido. De hecho, el polimorfismo celular es un fenómeno no habitual, pero que puede encajar en la hipótesis...


Spike la interrumpió


- No es por nada, cariño, pero si te han designado como experta en la materia, creo que preferiría las explicaciones de Wes. Me apaño mejor con el latín que con la física nuclear. Siempre he sido un chico de letras, recuerda.


- Oh. Soy un poco... mala explicándome. El terreno de la divulgación nunca ha sido el mío- La decepción en su angelical rostro hizo aflorar una sonrisa de melancolía en los labios de Spike. Podía ser sólo una metamorfosis transitoria de Illyria, pero la ilusión era tan vívida, que la ternura que siempre le provocaba la frágil y nerviosa Fred estaba allí, intacta. Spike le sonrió.


- Pero, desde luego, prefiero tu compañía a la de cualquier hombre, incluido Wes.
 

 



Illyria sustituyó a Fred. En el silencio de Spike había algo semejante a la tristeza.


- ¿Te repugna Illyria? –preguntó la voz sin matices de la mujer.


- No.- Las emociones de los humanos siempre eran complejas para ella, pero la sencillez del monosílabo traslucía sinceridad- No, pero Fred era... muy especial.


- Wesley también era muy especial.


- Hablando de Fred y de Wes...


- He descubierto que puedo adoptar su forma.


- Ya. Me he dado cuenta. ¿Puedes transformarte en otras personas?


- Quizás.


- Deberías averiguarlo.


- No.


Pese a lo rotundo de la respuesta, Spike no era de los que se daban fácilmente por vencidos. Insistió:


- ¿Por qué no?


- Me repugnan los humanos. Son inferiores, débiles y la mayoría estúpidos. Fred es una excepción porque su cuerpo es el receptáculo de mi ser.


- ¿Y Wes?

 

Illyria miró al infinito


- Wes me agrada.- Añadió:- A ti también te soporto.


- Gracias. Lo tomaré como todo un halago, viniendo de tu parte.


- Debe de ser porque antes no eras humano.


- Debe de ser porque los golpes unen mucho, y tú y yo hemos intercambiado más que suficientes. Pero volvamos a Wes. Una cosa es que adoptes su forma y otra que conserves sus conocimientos, recuerdos y sentimientos. Eso no es normal.


- No- admitió Illyria.- Es extraño. Cuando Wes agonizaba, Fred le dijo que estaría con ella.


Spike casi habría dicho que una sombra de melancolía envolvió la frialdad de la mujer azul.


- Y... ¿simplemente ocurrió?


- Sí – Illyria se dignó ampliar la información.- Aquel decrépito demonio rojo que matamos coleccionaba objetos de poderosa magia. Entre sus cosas descubrí que había robado una de las gemas de mi sarcófago.


- Y lo utilizaste con Wes.


- Pensé que le gustaría estar en el mismo cuerpo que Fred


- Supongo que eso es lo que siempre deseó. – Las múltiples capacidades de Illyria no incluían, desde luego, apreciar la ironía. – Entonces ¿eso significa que, a diferencia de Fred, de Wesley no sólo has salvaguardado su apariencia, sino toda su personalidad?


- Es una diferencia de grado. El cerebro de Fred estaba muy dañado, igual que todo su cuerpo.


- Pero su cuerpo ahora está intacto.


- Reconstruí sus órganos fundiéndolos con los míos. También he recuperado fragmentos de su memoria, pero aún son parciales. Con Fred, parte es mentira.


- Con Wes, no.


- La personalidad de Wes está íntegra. Sólo su cuerpo es apariencia transitoria.


- Por eso, en la batalla supiste cómo destruir el cyborg. Illyria nunca lo había visto, pero Fred y Wesley lo sabían.


- Lo que sabe uno lo saben los otros.


- ¡Vaya, creo que acabo de comprender el misterio de la Santísima Trinidad! Tres personas en un solo ser. Y, no me lo digas, ya sé que el único dios es Illyria.


- No soy un dios. Pertenezco a una era más antigua.


Spike asintió


- Reconozco tu natural humildad.

 

 

******

 

 

Wolfram and Hart



A través de los amplios ventanales, Angel miraba la ciudad a sus pies. Podía ser toda una sensación de poder, si no fuera una inmensa sensación de impotencia. El sol acariciaba su piel, la sangre tibia esperaba sobre su escritorio y todo estaba impoluto y en perfecto orden. Los empleados le obedecían con la misma respetuosa prontitud de siempre. Una serie de asuntos de absoluta irrelevancia esperaban su visto bueno y todos hacían un evidente esfuerzo porque las cosas fueran del agrado del Jefe.


Alguien llamó a la puerta pero no esperó su autorización para entrar al despacho. El ceño de Angel se distendió al reconocer a Gunn. Era la única persona en quien podía confiar, la única presencia que soportaba en aquel edificio que se había convertido en una lujosa e impenetrable cárcel.

 



Lindsey, se sirvió una copa sin dejar de observar el monitor que transmitía la imagen de los dos hombres en el despacho. Eve se le acercó por detrás y mordisqueó su oreja. Lindsey la enlazó por la cintura y la besó aún sin dejar de observar el monitor. Eve hizo una pausa en sus caricias.


- Está esperando el momento adecuado para traicionarte. ¿Por qué confías en él?


- Confío en él tanto como él en mí. Pero prefiero tenerlo cerca, así puedo vigilarlo mejor. Además si todo sale bien, pronto lo necesitaré.


- ¿Por qué crees que se trata de Angel? Spike...


- Nah. Spike siempre ha sido un señuelo. El verdadero vampiro con alma de las profecías, el primero y auténtico es Angel. Spike sólo ha sido una mala copia, que a veces ha resultado útil para manejar a su sire.


- Pero el sanshu se cumplió en Spike, no en Angel.- argumentó Eve.


- Precisamente. El sanshu se cumplió y eso ha dejado al rubio fuera de juego. Ahora es sólo un pobre hombre sin más destino que envejecer y morir. El único vampiro con alma vuelve a ser Angel. Es lo que me aseguró Sirk. El apocalipsis ha pasado y a partir de aquí queda la verdadera lucha: la lucha por el poder entre los supervivientes. Mi intención ..- Lindsey sonrió mientras desabotonaba pausadamente la blusa de Eve- ...es ser el único superviviente y conseguir todo el poder.

 

 

 

 

Reunión de trabajo



La puerta del apartamento estaba entreabierta, lo que para Gunn, demasiado acostumbrado a las férreas medidas de seguridad de W&H, era toda una novedad. La estampa que se le ofreció cuando entró casi le hizo sonreír. Illyria y Spike, por completo enfrascados ante una pantalla, competían sin piedad con sus joysticks por ver quién conseguía la victoria en el videojuego.


Gunn carraspeó. Apenas recibió una ojeada de Spike, mucho más ocupado en concentrar toda su atención en el juego.


- Pasa y sírvete. Hay cervezas frías en la cocina.


Gunn se reintegró al grupo justo en el momento en que Illyria machacaba virtualmente a Spike quien, junto con el joystick contra la pared de enfrente, lanzó un juramento digno de mejor causa. Se levantó como impulsado por un resorte y fue a expresar su frustración al recién llegado.


- No es justo. ¿Sabes cuántas veces me ha ganado hoy? ¡Doce seguidas!


- Entonces quizás deberías reconocer ya que es mejor que tú. Date por vencido.


Spike bebió un largo trago de su botellín de cerveza.


- ¿Sabes qué es lo peor? Que ni siquiera se alegra cuando gana.


- No tiene mucho mérito vencerte –explicó Illyria.


- Me recuerdas a Angel, eficaz, sin emociones, fría como un témpano de hielo...- protestó Spike. Después se volvió hacia Gunn- Hablando de Angel,... ¿Por qué has venido?


- ¿A visitarte? –sugirió el falso abogado.


- Bien, a visitarnos y a decir que.. Suéltalo ya, Gunn.


Estaba claro que con Spike no valía la diplomacia


- Las cosas no van muy bien en Wolfram and Hart. Angel piensa que Lindsey está tramando algo.


- ¿Ah, sí? ¿Eso piensa? ¡Qué alarde de perspicacia! ¿Y le ha costado mucho a Frente Ancha llegar a esa conclusión?


- Mejor dejamos las ironías de lado, Spike. Angel tiene poco margen de maniobra. Prácticamente es un prisionero en Wolfram and Hart


- No sabes qué pena me da. ¿Se metió solito en la ratonera y ahora se asusta porque el gato ronda cerca?


- Angel no está asustado.


- ¿Ah, no? Pues quizá debería.


Gunn dejó su cerveza sobre la mesita.


- Sí, eso creo yo. Pero no sólo Angel; todos deberíamos estar prevenidos. Algo grande se está preparando, Spike. Sería más conveniente que uniéramos nuestras fuerzas.


- ¿Eso es lo que te ha encargado Angel que me digas? ¿Me está pidiendo ayuda?


- No. Él no sabe que he venido aquí. Ha sido idea mía y obro exclusivamente por mi cuenta.


- ¿Qué es lo que temes? – intervino Illyria.


- Pues... no lo sé, pero quiero formar parte de vuestro equipo. Sé que la batalla no ha acabado y el otro bando no me gusta.


- ¿El otro bando es el de Angel?


- No. El otro es el bando de Lindsey. Angel, a su modo, intenta controlar la situación desde dentro, pero... yo prefiero estar fuera. Al menos, aquí no creo que estéis vigilados por cámaras y micrófonos a todas horas.
 


Las visitas no habían acabado. La puerta del hospitalario apartamento volvió a abrirse y en el quicio, tras unas espectaculares piernas sobre unos tacones de aguja y un vestido rojo de generoso escote apareció una rubia perfectamente maquillada que se parapetaba tras una sonrisa nerviosa.


- He llamado. De verdad. Pero parece que no me habéis oído.


Spike cerró los ojos, como si aquella catástrofe le sobrepasara.


- Harmony...

 

 

 

-    Hola, chicos.- fue el saludo oficial de Harmony .


- ¿Qué haces aquí?


- He perdido mi trabajo. Es el momento perfecto para acudir a casa de los amigos.


- Harmony, ¿tengo pinta de recoger cachorritos abandonados? Bueno, gatitos, sí, pero eso fue una etapa de mi vida


- Recoger gente en problemas es lo que hacía Angel. –sonrió tímida Harmony


- Precisamente. No tengo ninguna intención de parecerme a Angel.


- Bueno... –insistió Harm con la más convincente de sus sonrisas- ¿no vas a invitarme a entrar, Spikey?


- Harmony, traicionaste a Angel, nos traicionaste a todos y estuvieron a punto de matarnos. Todo eso sin contar con el pequeño detalle de que sigues siendo una vampiro y te encantaría hincarnos los colmillos si te diéramos la menor oportunidad. ¿Por qué crees que voy a ser tan increíblemente estúpido como para invitarte a mi casa?


Harmony hizo un mohín a medio camino entre un penoso intento de seducción y el puchero de un niño perdido entre el gentío.


- No tengo donde ir, Spikey. Y me lo debes.


Spike la miró. Harmony tenía razón. Aunque no le gustara reconocerlo, no podía olvidar cómo la había utilizado, despreciado y humillado en el pasado. Se pasó los dedos por el pelo.


- Bien, asumámoslo cuanto antes: soy increíblemente estúpido. Pasa.


La sonrisa de Harm se hizo radiante y palmoteó de emoción al entrar en la humilde vivienda. Se lanzó a los brazos de Spike y le plantó un sonoro beso en la mejilla


- Gracias, gracias, osito.


Ante la muda interrogación de Gunn, Spike se justificó:


- Bueno, es una traidora muy fiable. Con ella, siempre puedes saber que te la va a jugar.

 

Fue Illyria quien retornó al asunto central de sus preocupaciones


- Deberíamos tomar algunas decisiones.


Gunn la apoyó.


- Sí, ¿qué vamos a hacer ahora?


Lo más curioso fue que de pronto todas las miradas se dirigieron a Spike.


Por primera vez, sintió lo que era el peso de la responsabilidad. Ante aquellas caras interrogantes que –oh, sorpresa,- se dirigían a él, esperando un liderazgo del que no se sentía capaz, le invadió algo parecido al vértigo.


Él, sin duda, era el menos indicado para asumir aquel papel. Nunca había sabido liderar nada, ni siquiera el patético ejército de vampiros que atacaron el instituto de Sunnydale la noche de san Vigidio. No valía para eso. No iba con su carácter. Siempre se precipitaba. Hacía planes y luego se aburría y los mandaba al garete. Carecía de dotes de mando, o más aún de autodisciplina, por lo que era imposible que nadie le siguiera disciplinadamente ¿No podían comprender algo tan sencillo? William el Sanguinario, Spike... era un tipo impredecible. Siempre lo había sido. Al principio, se había limitado a seguir dócilmente a Angelus, como el jefe indiscutible del clan. Luego, abandonados por su sire, había tenido que aprender a luchar por sí mismo. Desde entonces había sido un lobo solitario. O un descreído rebelde que no admitía ninguna autoridad. Ahora además, era el más frágil del grupo: sólo un hombre y convaleciente de una gripe que marcaba época. Sin embargo, los otros, Harmony, Gunn, incluso Illyria, parecían reconocerle como jefe natural. Comprendió que tenía que empezar a tomar decisiones:


- Estamos cerca del Hotel Hyperion y creo que sigue desocupado. Si le sirvió a Angel, puede ser también un buen cuartel general para nosotros. Gunn, lo siento. Creo que por el momento será mejor que sigas en Wolfram and Hart. Necesitamos alguien dentro que nos mantenga al tanto.


-¡Y yo puedo ser recepcionista!. O mejor, tu secretaria- sugirió llena de entusiasmo Harmony.


- Esto no puede salir bien – murmuró Spike al borde de la desesperación.


-Me lo debes, Spikey. – atacó Harm, repitiendo el eslogan que tan buen resultado le había dado antes.


Spike se resignó:


-Con una condición: jamás, Harmony, jamás, ¿me oyes? vuelvas a referirte a mí como “tu osito rubio”. – Iba a salir, pero volvió sobre sus pasos.- Ah, y otra cosa. ¿Por casualidad no tendrás la taza esa de Angel con la inscripción “Jefe nº 1”.


-No, pero conozco el lugar donde las venden.¿Te gusta el color fucsia? También las tienen decoradas con unicornios azules, preciosas.
Spike levantó su dedo admonitorio.


- Harmony....


Pero se temía que ya era tarde ¿Es que nunca aprendía de sus errores? La convivencia con Harmony había sido una época dura y –estaba seguro- volvería a serlo.

 

 

***

 

Lorne acariciaba las palabras, con tanta suavidad como acariciaba las teclas cuando se sentaba al piano.

-    Es curioso lo que pasa con los amigos. Son desde luego lo mejor de la vida. Todos los necesitamos. Sí, licorcito de avellana, todos necesitamos un afecto en el que resguardarnos. Es como un paraguas en día de lluvia, pero más importante aún. A veces no está mal mojarte y que te chorree el pelo, pero sin amigos... no se puede seguir adelante. No es que te quiten el paraguas, es que te quedas a la intemperie en mitad de un ciclón y entonces, hay que buscar lo que sea antes de que la tormenta te arrastre. Sí, pequeña, los amigos son importantes. Aunque a veces jures que prefieras estar solo. Eso nunca es cierto.

 

***

 

-    Ahora somos amigos, Angel. –Lindsey pasó su brazo por el hombro del vampiro- ¿Por qué te extraña que pida tu ayuda? Formamos parte del mismo equipo, aunque quizás tú no estés muy convencido y, lo creas o no, tus intereses son mis intereses.

 

-    Bien, dime primero exactamente qué es lo que buscas y luego yo decidiré si trabajamos juntos.

 

Angel se sentó tras su mesa en el lujoso despacho.

 

-    Ya te lo he dicho. Necesitamos recuperar la espada Thaz´han que robaron los Groogeynn. Son unos demonios asquerosos que encajan exactamente en tu línea habitual de trabajo: peligrosos, repugnantes y malvados. Así que no sé por qué te quejas: no te estoy pidiendo que asesines a ninguno de tus antiguos empleados, ni que te metas en ningún negocio turbio de los Socios Mayoritarios. Bastará con que localices a esos demonios, acabes con ellos y traigas la espada. Ni siquiera es necesario que acabes con ellos. Basta con que traigas la espada.

 

-¿Por qué? – Angel se le plantó delante dominando con su imponente figura al joven abogado- Es una pregunta concreta, Lindsey, no me parece que su respuesta tenga que ser muy complicada. En cualquier caso, haz un esfuerzo. Te presto toda mi atención.

 

Lindsey pareció vacilar un momento. Luego tomó una decisión:

 

-    Está bien, está bien. No pensaba decírtelo porque sé que desconfías de mí y quería tener más argumentos antes de contarte toda la historia. Es algo que te concierne a ti. A ti y a mí, no te voy a mentir. Esa espada es algo muy importante, porque está relacionada con... ¿Recuerdas a Sirk?

 

-    ¿El tipo que nos engaño con aquel cáliz que resultó ser otro fiasco?

 

-    Exactamente, pero os engañó a vosotros; no a mí. En realidad, seguía órdenes mías, para desviar vuestra atención del verdadero cáliz. El que tengo yo en mi caja fuerte.

 

Angel le miró estupefacto.

 

-    ¿Y por qué me cuentas esto ahora?

 

-    Porque te necesito. El cáliz no tiene valor sin la espada; y ninguna de las dos cosas sirven de nada, si tú no me ayudas. Por supuesto haría esto por mi cuenta y riesgo si pudiera, pero... yo no soy un vampiro con alma. El único vampiro con alma que queda.

 

Angel se inclinó hacia delante. La historia empezaba a resultarle muy interesante.

 

-    Te escucho, Lindsey.

 

-     El sanshu, la famosa profecía de la que eres protagonista...

 

-    Yo o Spike –matizó Angel

 

-    Tú eres el protagonista de la parte que me interesa. Spike quizá se ha llevado el premio de consolación, pero lo que queda te corresponde a ti. Como te iba diciendo, al parecer no se trata sólo de una profecía, sino de un conjunto de vaticinios. El tema de recuperar la humanidad, era sólo parte, la parte menos importante, la que se os permitió conocer porque suscitaría vuestro interés. Pero el verdadero objetivo del sanshu es la adquisición de un poder superior a cuanto puedas imaginar. Lógicamente, ésa es la parte que le interesa a todo el mundo: a los Groogeynn que robaron la espada, pero que carecen del cáliz, a mí que tengo el cáliz y, por supuesto, a los Socios Mayoritarios.

 

-    ¿Y por qué crees que voy a hacer ese trabajito para ti y luego entregarte en bandeja todo ese poder que dices que está en juego?

 

-    Yo no quiero ese poder.- Rió.- Es decir, claro que lo quiero, pero está fuera de mi alcance. Sólo me interesa saber que no lo tienen los otros: ni los Groogeynn, ni, sobre todo, los Socios Mayoritarios. Digamos que me interesa sólo porque si tú lo consiguieras, fortalecería mi posición en Wolfram and Hart que no es precisamente sólida. De todas formas, tampoco puedes dejar un arma tan poderosa en manos de los demonios Groogeynn.

 

Lindsey miró a los ojos de Angel para asegurarle:

 

-    Estoy siendo sincero contigo, Angel. Yo no podría utilizar ese poder. Sólo tú puedes. La profecía lo dice claramente: “El vampiro con alma resurgirá de la lucha final y con la espada de llamas destruirá el vaso dorado donde su vida fue vertida. Entonces un gran poder será desatado”

 

 

***

 

-    Las luces de neón siempre me ponen un tanto melancólico. Es como ver a lo lejos las luces encendidas en las ventanas de tu casa. Sabes entonces que alguien te espera y que tienes un sitio calentito donde estar.- Lorne subrayó su comentario con un suave arpegio- Como yo no tengo nadie que encienda las luces de mi hogar, prefiero considerar que mi verdadera casa son los karaokes, los pubs y los sitios como éste, donde la gente disfruta, escucha música, se encuentra con amigos y por un rato, quizá, hasta se sienten felices. Y tú, bizcochito de canela, llevas mucho tiempo fuera de casa. ¿No tienes ganas de llegar a un lugar donde te esperen las luces encendidas?

 

***

 

 

Harmony irrumpió en la sala del Hyperion donde Spike e Illyria colocaban sin mucha convicción unos archivadores vacíos.

 

-    Está ahí.

 

-    ¿Quién?

 

-    El señor Sirk. –Harm hizo un gesto de desagrado- Me pone nerviosa ese hombre. Tengo la sensación de que cualquier cosa que haga en su presencia estará mal. Tiene un aspecto tan... reprobatorio.

 

-    ¿Quién diablos es...? – Spike recordó de pronto- ¡Ah! ¿Y qué quiere?

 

-    Quiere hablar con Wesley.

 

-    Hazle pasar.

 

-    Insiste en que sólo hablará con Wesley. Literalmente ha dicho que no quiere perder el tiempo con ignorantes.

 

Spike e Illyria se miraron.

 

- Bien, entonces, le complaceremos.- dijo Illyria mientras se dirigía a la puerta.

 

 

 

 

Sanshu y otras profecías



Nada más aparecer Wesley en la puerta, Sirk se levantó para estrechar su mano.


- Señor Wyndam-Price, finalmente le encuentro.


- Señor Sirk, usted dirá.


- Esto es muy importante. – Era por completo inusual el evidente nerviosismo del profesor. Wes le conocía bien y sabía que no fingía: algo realmente grave debía de pasar para que su imperturbabilidad se resquebrajara.- Han robado la espada Taz´han. –soltó a bocajarro- He estado ocultándome desde hace mucho tiempo, pero ahora las circunstancias me han forzado a salir de mi escondite. Tiene usted que ayudarme. Hay que hacer algo.


- ¿Perdón?


- Han matado a los Groogeynn, los guardianes de la sagrada espada de llamas. Ocurrió la pasada noche y, según mi informante, un Groogeynn superviviente, ha sido Angel, el vampiro con alma. Me temo que a estas horas, la espada se encuentra ya en Wolfram and Hart. Afortunadamente, engañé a Lindsey con una baratija haciéndole creer que era el vaso sagrado, así que, al menos, le falta la mitad de lo necesario para el ritual.


Wes no entendía nada.


- Lo siento mucho, señor Sirk, pero no sé de qué me está hablando. Va a tener que explicármelo con más detenimiento.


Sirk sacó de su bolsillo unos papeles arrugados y se armó de paciencia.


- Traigo aquí mis notas. Se trata del sanshu. No es sólo una profecía, sino un pequeño corpus de textos. Parciales, a veces confusos; algunos no descifrados aún. Ustedes conocían una parte –la del vampiro que se convertiría en humano-, pero hay otra que ha sido cuidadosamente ocultada con todo tipo de artes mágicas. Esa parte concretamente dice: “El vampiro con alma resurgirá de la lucha final. Cuando con la espada de llamas destruya el vaso dorado donde su vida se vertió, un gran poder será desatado”


- Y usted teme...


- Estoy seguro de que nos enfrentamos a algo terrible. Lindsey McDonald conocía esa profecía porque me obligó a revelársela. Y si ahora la espada está en el bufete es porque se dispone a hacerla efectiva. Él cree que el vampiro con alma a que se refiere el sanshu es Angel.


- ¿Por qué lo piensa?


- Porque yo le imbuí esa idea.


- ¿Y no es así? Actualmente, Angel es el único vampiro con alma.


Sirk hizo un gesto entre reticente e indeciso.


- No lo sé. Es difícil interpretar los textos, usted lo sabe. También podría ser el otro, el rubio. De hecho parece más probable, ¿no? El fue quien bebió del cáliz.


-Del cáliz falso, le recuerdo.


-¡No! El cáliz era verdadero .- Se mesó los cabellos desesperado por no hacerse entender.- He dicho tantas mentiras que ya casi ni yo sé cuál es la verdad. - La bebida era sólo soda, pero eso es irrelevante, lo que importaba era el cáliz y quién bebiera de él. Entre tantas falsedades, el sanshu es auténtico y parte ha empezado a cumplirse-afirmó con rotundidad.- ¿Acaso los vampiros no encontraron el cáliz y uno de ellos bebió de él? ¿Acaso no es precisamente en quien se ha cumplido la profecía de la humanidad? ¿Acaso el equilibrio del mundo no se restauró entonces, cuando se resolvió la perturbadora ambigüedad de dos vampiros con alma? ¿De verdad cree que eso fue cosa de los Socios Mayoritarios? No señor, ocurrió porque tenía que ocurrir. Estaba predestinado. Que les engañé a ustedes es sólo lo que cree Lindsey.


Wesley mantenía su escepticismo.


- ¿Cómo puede estar tan seguro? Parece demasiado rocambolesco.


- Soy especialista en sanshu. Sé más que nadie sobre ese tema.


- Quizás quiere decir que ha accedido a conocimientos que nadie más tiene. Es lo que ocurre con quienes roban, mienten y juegan sucio.


- Le agradecería que me evitara las lecciones morales. Le aseguro que ya me basta con pensar en cómo va a reaccionar el señor MacDonald cuando se entere de que le he hecho pasar por auténtico un cáliz falso que no sirve más que para chatarra. Cuando se entere de que no vale para sus propósitos, se va a enfadar. Y le aseguro que no quiero estar cerca para darle explicaciones, porque no va a perder el tiempo en escuchármelas.


Wesley insistió:


- Suponiendo que sea cierto lo que me está contando y suponiendo que Angel tenga esa famosa espada, y que el cáliz que posee Lindsey sea falso ¿qué ocurre con el auténtico? ¿Sabe usted dónde buscarlo?


Sirk movió la cabeza con desolación.


- En realidad ni siquiera sé a ciencia cierta qué es.


- Un cáliz no se presta a muchas interpretaciones.


- La profecía no dice tal cosa. Habla de “vaso, vasija, recipiente”. Lo de “cáliz” es una traducción libre claramente contaminada por la tradición literaria: el cáliz del Grial, el cáliz de la Última Cena, los cálices griegos... esas cosas, ya sabe.


- “El vaso dorado donde se vertió su vida”. La vida del vampiro con alma, ¿no?- repitió Wesley- Parece bastante críptico. ¿Cómo lo interpreta usted?


- Parece absurdo, pero ... – A Wes también le pareció absurda su sensación de que el circunspecto Sirk, parecía ligeramente incómodo- lo interpreto en un sentido erótico. Por el contexto, ¿sabe? Forma parte de unos poemas alegóricos de fuerte tono amoroso, a veces incluso pornográficos.


- La vida...- murmuró Wesley- el principio vital, la semilla... Podría ser el semen.


- Sí, eso pensé. El recipiente donde se vierte la vida es una forma gráfica de referirse a la mujer. Una metáfora poco delicada, pero muy gráfica. No necesito explicársela.


- No, no necesita hacerlo.


- El color dorado indicaría su extremado valor.


“O que se trata de una mujer rubia”. Wesley lo pensó, pero no lo formuló en alto. Su mente era menos libresca que la de Sirk y reconstruyó rápidamente una interpretación mucho más pragmática: “la amante rubia de un vampiro con alma”. En cualquier caso, se tratara de Angel o de Spike, apuntaba en una única dirección. A través de los cristales, Wes vio pasar a Harmony y tuvo que rectificar. “Bueno, también ella”. Y Nina. Y Darla. Y Eve. Y a saber cuántas más que se hubieran cruzado en la tumultuosa vida de William el Sanguinario o de Angelus. Descontando el periodo pre-alma, la dirección única distaba mucho de ser una característica de aquel camino. En cualquier caso, había que apostar a un único boleto y era incontestable cuál era el más probable.


Pero aparte de no tenerlas todas consigo, Wesley no quiso dar más alas a Sirk. Hizo gala de todo su aplomo británico cruzando los brazos sobre el pecho para afirmar con frialdad:


- Por el momento no estamos interesados en profecías. Personalmente, he dejado de creer en ellas. Son como fuegos de artificio para deslumbrar a idiotas.


- Y siempre hay idiotas que se dejan deslumbrar. Oí de su patinazo con la profecía de Sahjan, Mr. Wyndam-Price. “El padre matará al hijo”- recitó, antes de sacudir la cabeza.- Un asunto muy penoso. Inesperado en alguien tan bien preparado como usted.


Wes se encogió de hombros con fingida indiferencia.


- Nunca he estado preparado para los farsantes.


- ¿Farsante? – Sirk no se dio por aludido y reencauzó la conversación hacia el tema que tanto daño le hacía a Wes- Oh, no. Sahjan era un bravucón, pero no un farsante. Cuando afirmó que había falsificado la profecía era sólo una bravuconada.


- Estoy seguro de que era falsa.- remachó Wes queriendo dar por acabada la charla.


- ¿Por qué piensa eso?


- Por una sencilla razón: No se cumplió.


Sirk se permitió algo parecido a una risa.


- No. Todavía no. ¿Conoce alguna profecía con fecha de caducidad, Mr. Wyndam-Price? – La posibilidad de dar una lección a quien había sido su superior ensoberbeció a Sirk. Era demasiado orgulloso como para rechazar la oportunidad de demostrarle a aquel petimetre cuánto podía equivocarse y cuán por encima estaba él- La profecía era auténtica, pero usted la tradujo mal. Nunca pensé que pudiera cometer un error tan básico. Su padre se habría sentido muy decepcionado. La lengua era tocario, ¿verdad?, una rama del primer indoeuropeo. ¡Por favor! Hasta el más obtuso estudiante de lenguas muertas conoce la polisemia arcaica de la palabra “padre”, incluso en estadios muy posteriores: latín, paterfamilias; griego, despotés... En las culturas antiguas, el padre no es sólo quien engendra un hijo, sino quien ejerce su poder sobre la prole, el harén, el clan y las otras posesiones. Confundió con un mero parentesco algo mucho más poderoso y complejo. Se trata de un vínculo de sangre, pero también de dominio y sumisión. “El padre matará al hijo” ¡Qué simplicidad! No. Debería haber traducido: “el amo destruirá su posesión”, “el señor acabará con su progenie”... o algo así.


Wesley le miró horrorizado. A pesar de haber comprendido definitivamente, mantuvo a duras penas su imperturbabilidad, intentando que Sirk no traspasara sus pensamientos, porque –era evidente- su propia soberbia le cegaba y era ahora el maduro profesor quien no veía lo que tenía ante sus ojos y él mismo había desvelado.


- Claro. Muy interesante su disertación, señor Sirk. Le ruego que me disculpe ahora. Harmony le buscará un sitio seguro para refugiarse, no se preocupe.
 

 

 



Illyria permanecía en casi absoluta inmovilidad. Algo de Wesley debía de quedar en ella porque no era nada habitual la fascinación con que miraba el papel en que, después de que Sirk saliera, el ex vigilante había traducido la profecía de Sahjan, esta vez sí, estaba seguro, de forma correcta: “The sire will kill the child”


Cuando la puerta se abrió, Illyria arrugó rápidamente el papel entre sus dedos antes de que Spike entrara en la habitación.


- ¿Te ha contado algo interesante? ¿Qué opinas?


- Que necesitamos ayuda.

 

***



Ay, caramelito de toffe, el tiempo pasa y todo lo cura. A veces piensas que las cosas son más importantes de lo que realmente son y luego llega el destino y se ríe en tus narices. Hay que desdramatizar. Mira, yo creía haber matado a un hombre y los remordimientos me destrozaban. De no ser por mi amigo Wes, que me buscó cuando yo no quería ser encontrado, ni siquiera sabría que ese tipo está vivito y coleando y que es él quien quizá se prepara para matarnos a todos. Lo que te decía, hay que comunicarse, confiar en los amigos, dar un paso adelante... Y, en definitiva, es por todo esto, ricitos de oro, por lo que el viejo Lorne quiere invitarte a una estancia en nuestro hotel.

 

 

 




 Al día siguiente...

 



El estruendo llegó hasta el despacho en que Spike se dedicaba a alinear sobre el escritorio su bonita colección de pajaritas de papel, perfectamente ordenadas según sus distintos tamaños. Sabía que Illyria no estaba en el edificio y el ruido le pareció excesivo para proceder sólo de Harmony. Iba a salir para enterarse de qué ocurría cuando su eficiente y rubia secretaria irrumpió hecha un manojo de nervios.

- Spike, hay un demonio ahí fuera destrozándolo todo.
- ¿Sabes qué quiere?
- Según él, matar a todos los vampiros con alma.

Apenas tuvo tiempo de levantarse. El demonio groogeynn había entrado al despacho y, después de emitir una especie de grito de guerra realmente impresionante, atenazó con sus garras a Spike y lo levantó en vilo. No tuvo ni tiempo de reaccionar, aunque tampoco habría podido hacer gran cosa. El demonio lo lanzó contra la pared y allí fue a impactar su cuerpo después de sobrevolar el escritorio. (Todas las pajaritas de papel se fueron lastimosamente al suelo).

Se levantó lo más rápido que pudo y se aprestó a defenderse mientras tranquilizaba a Harmony.

- Estoy bien, estoy bien...

En realidad, a Harm lo único que la tranquilizaba era que los golpes se dirigieran sólo a Spike quien, por otra parte, tampoco estaba muy convencido de encontrarse tan bien como aseguraba. El demonio se acercaba de nuevo con las peores intenciones, pero esta vez Spike lo recibió con una certera patada a la entrepierna que consiguió detenerlo por unos segundos. Aprovechó la oportunidad para descargarle con todas sus fuerzas un puñetazo en el estómago que... le hizo ver las estrellas. La maldita bestia debía de tener bajo la ropa una especie de caparazón que era como un blindaje impenetrable. Además se había recuperado del golpe bajo y ahora contraatacaba. Spike fue derribado otra vez por un directo capaz de noquear a un peso pesado y entre la neblina que inundó su visión comprendió que el groogeynn se preparaba para asestarle el golpe de gracia. Pero de pronto, algo sujetó a su enemigo por detrás y lo lanzó fuera del despacho a través de los cristales de la puerta.

En el espacio ocupado antes por su atacante, ahora estaba la causa que lo había lanzado por los aires: Menuda, rubia y con cara de enfado.

- ¡Buffy!

 

 

 

****

 

 

A través de los cristales rotos, Lorne, desde fuera, hizo un gesto tranquilizador.

- Harmony y yo nos encargaremos de retirar la basura, no os preocupéis. Vosotros tendréis que hablar.

Spike se incorporó aún incapaz de creerse del todo la identidad de la joven que ahora se acercaba hacia él. Su voz se tiñó de calidez.

- Buffy...- repitió, sin que se le ocurriera nada mejor que decir que repetir su nombre.


- ¡Idiota! – El puñetazo que impactó contra su mentón era de calibre muy semejante al que había dejado fuera de combate al demonio.


- ¿Qué he hecho yo ahora? –protestó Spike.


- ¿Qué no has hecho? – Las lágrimas no derramadas se mezclaban a una furia muy auténtica para dar a sus ojos un brillo que los hacía arrebatadores. Pero Spike sabía que no convenía menospreciar la ira de Buffy, ni siquiera para decirle piropos. Ella continuaba.- No me has llamado. No me has dicho que estabas vivo. No has venido a buscarme.- Su voz se quebró imperceptiblemente, mientras una única lágrima se deslizaba por su mejilla.- Ni siquiera te has mantenido a salvo.


Spike bajó los ojos. Resultaba inútil explicar lo inexplicable. Sólo pudo justificar una excusa que a él mismo le sonó absurda.


- Tú... estabas con el Inmortal.


- Eso... ¡Claro, tu no tuviste que sobrevivir a un apocalipsis! Para ti fue sencillo: simplemente, estabas muerto. O eso creímos todos. No tuviste que seguir viviendo, respirar a bocanadas, sentir aunque fuera dolor para saber que seguías vivo. Como si... necesitaras apurar todas las bebidas, tocar, exprimir todas las sensaciones. Cuando has estado tan cerca de perderlo todo, cuando lo has perdido, necesitas saber que algo te queda, que te queda la posibilidad de seguir adelante, de sentir, de oler, de beber... o de amar, aunque no ames en realidad. Tú no puedes entenderlo.

Asomó por la puerta la sonrisa de Harmony preguntando si necesitaban algo. Su mera presencia hizo que Spike bajara los ojos avergonzado. Cuando la rubia vampiro volvió a dejarles solos, Spike musitó:

- Me hago una idea.


- No creo que puedas saberlo- Había rencor en aquella voz. Spike era bueno notando las emociones de los demás, tenía instinto de cazador y podía oler el miedo, el resentimiento, la inseguridad, todos los matices que empañaban la tristeza infinita de la voz de Buffy- No puedes saber lo que sentí cuando te vi arder. Ni todas las noches siguientes que me despertaba con la misma pesadilla.

¿Serviría de algo decir cuánto lo lamentaba? Cuánto desearía volver atrás y haber estado allí para coger su mano, abrazarla en silencio en aquellas noches de soledad, simplemente haberla acompañado para que se apoyara en él, sin pedir nada a cambio, sólo estando a su lado. Como había hecho otras veces.

- No soy idiota, Buffy. Soy cobarde.- Pese a que generalmente lo eludía, ahora Spike cedió a la confidencia, desarmado por completo de su sarcasmo,- Tenía tanto miedo. Puedo soportar muchas cosas, pero otras no. La verdad es una de ellas. A veces duele tanto que no tengo valor para mirarla de frente.- En su voz profunda había tanto dolor como sinceridad- En el fondo siempre supe que eras inalcanzable para mí, pero soy tan estúpido que me empeño en destrozarme por conseguir lo que nunca tendré. Cuando te acostabas conmigo, sabía que en el fondo no te tenía; cuando me dejaste, quise retenerte por la fuerza, aunque cualquier idiota habría comprendido que ésa era la mejor forma de perderte para siempre. Luché por un alma para entregarte algo que tú pudieras amar, pero sabía que ni siquiera así podía equilibrar la balanza de lo imperdonable. Cuando luchamos juntos y confiaste en mí y estuvimos más unidos que nunca,... era tu capitán, tu amigo, tu hermano, pero no tu amante. Cuando en la última batalla, entrelazaste mi mano, supe que moría y sabía también que era Angel con quien habías hablado del futuro la noche anterior.


- ¿Oíste nuestra conversación?


- Sí, aguzados sentidos de vampiro. A veces tienen sus inconvenientes. Por cierto, francamente patética, amor. No hace falta ser poeta, para decirte que lo de las galletitas es la peor metáfora de la historia.


Buffy no hizo caso de la recriminación. Insistió dolorida:


- Al menos, debías haberme dicho que habías vuelto.


- Es sencillo, Buffy, no tenía valor para ir a buscarte y que me dijeras lo que ya sabía, lo que mi corazón siempre ha sabido. Puedo decir una vez que sé que no me quieres, darte las gracias y desaparecer de escena con un gesto noble, pero dos es mucho pedirme.

Buffy bajó los ojos.


- Estoy tan confundida, Spike. Yo ... mis sentimientos... soy un desastre. Nunca he sabido muy bien cómo manejarlos. Es fácil dar golpes, clavar estacas y patrullar por el cementerio... pero vivir, no se me da bien. Cuando conocí a Angel, por primera vez pensé que todo tenía sentido, que el sol brillaba más y todas esas cosas que decís los poetas, pero luego, resultó que era imposible. Y se me partió el corazón. Supe que nunca las cosas volverían a ser tan hermosas como lo habían sido entonces, luminosas, perfectas. Y luego... te conocí a ti, y... siguieron sin ser hermosas. Lo nuestro era turbio, Spike. Y me dolía. Y después, cada vez el dolor fue mayor... hasta que te vi morir. – Las lágrimas inundaban los bellos ojos de Buffy.


- Lo sé. - Spike parecía más sombrío que nunca, pero encajaba el golpe de pie.- Siempre he sido la sombra de Angel, siempre he ido detrás de él. Angel siempre me ha quitado todo lo que yo amaba: la vida, la inocencia, el amor..., demostrándome siempre que no puedo estar a su nivel. Angelus me lo arrebató todo sólo por divertirse, y, sobre todo, Angel te tuvo a ti y luego nunca nadie pudo ya ocupar tu corazón. Puedo fingir que no me importa, que le trato de igual a igual,... pero no es cierto. Cada vez me cuesta más soportar ese hecho. Y ¿sabes? en el fondo, quizás está bien así. Te parecerá extraño, pero no le guardo rencor. Competimos, nos insultamos, le hago la vida imposible, pero... es sólo una forma de convivir. A pesar de todo, en mi fuero interno, sé que las cosas son así y que, si lo acepto, algún día dejará de doler.


- Spike...


- No digas nada. – Retomó su sonrisa aparentemente despreocupada.- Se ha acabado el tiempo del melodrama. ¿Qué planes tienes?

Buffy vaciló, pero no porque pensara mentir, sino porque la verdad iba a herir otra vez a Spike.


- Pues... quería visitar a Angel.
- Ah! – Spike se rehízo pronto y su voz volvió a sonar indiferente.- Pero si vas a Wolfram and Hart, te acompañaré.
- No. – El monosílabo fue rotundo y dejó muy claro cuál era el deseo de la mujer. Sin embargo, él intentó covencerla.
- No tienes ni idea de qué cueva de ladrones es ésa. No puedes ir sola.
- Claro que puedo ir sola. El que no puede ir eres tú. No creo que seas precisamente bien recibido.
No le gustaba, pero sabía que no podía insistir. Buffy se puso de puntillas para besarle en la mejilla.
- Adiós, Spike. Hasta pronto.

La vio salir y luego fue a sentarse en silencio tras su escritorio.

Allí le encontró hundido en sus más oscuros pensamientos minutos después Wesley

 

***

 


- ¿Dónde está Buffy? –preguntó el exvigilante


- Se ha marchado. A ver a Angel.


- ¿A Wolfram and Hart? – Wes le miró escandalizado- Angel tiene la espada y ella es el vaso. Y te he contado la profecía –“parte de la profecía” rectificó mentalmente Wesley- ¿Es que estás loco? ¿Por qué no se lo has impedido?


- ¡Ja! Tú no te acuerdas de cómo es Buffy. Si se ha propuesto hacer algo, no hay modo de que nadie pueda impedírselo, y menos aún yo. Además, - la voz de Spike se ensombreció- es normal que quiera estar a solas con Angel.


- Pero ¡es peligroso!


- Bueno... Angel ni siquiera sabe que Buffy forma también parte del sanshu. Y Lindsey piensa que puede hacer magia con un bonito cáliz del Todo a cien.


- Claro que... – cuando Wes adoptaba aquel tono reflexivo, Spike sabía que estaba reparando en algo que antes habían pasado por alto. Y, por lo general, eso no era bueno.- ... si tenían la espada y creían tener el vaso correcto... no creo que Lindsey haya tardado mucho en hacer la prueba.


- ¡Se habrá dado cuenta de que algo no funciona!


- Y han tenido tiempo suficiente de investigar.


- Vamos inmediatamente a ver a Sirk




***



Cuando llegaron los tres, Lorne, Wes y Spike, al humilde apartamento que Harmony había encontrado para Sirk, era ya demasiado tarde.

Invadido por la náusea, Lorne tuvo que apartar la mirada del ensangrentado despojo en que había quedado convertido el orgulloso profesor.

-Sin duda, le han torturado para que hable.- No era difícil hacer el diagnóstico de Wes, pero para Spike fue la confirmación de sus peores temores. Sin mediar palabra, echó a correr hacia la salida.

- Espera, Spike.

Aunque Lorne y Wes quisieron acompañarle, Spike era más rápido. Bajó las escaleras de tres en tres, llegó a la calle, arrancó el motor del coche y salió quemando rueda dejando en la acera a sus dos amigos.

Se miraron el uno al otro.

- Explícame algo, Wes –empezó Lorne.- He buscado a Buffy, a la que, según tú, van a matar o Angel o Spike y la he traído hasta el sitio más inseguro para ella. Luego la hemos dejado ir sola a la boca del lobo donde la espera su posible asesino Angel y ahora estamos aquí, mirando como bobos, cómo su otro posible asesino, Spike, nos deja en tierra y corre también a Wolfram and Hart, que es la sede del mal sobre este planeta. ¿No estamos haciendo muchas tonterías?
- Me temo que tienes razón.-admitió Wesley.- Buscaremos un taxi.

La tarea no se presentaba sencilla, porque Harmony había cumplido a la perfección la orden de buscar un lugar alejado y discreto. Tanto que el barrio parecía por completo desierto. Echaron a andar para acercarse a un sitio más próximo a la civilización.

- Y ahora que estamos solos,...- continuó Lorne- ¿Cuál crees tú que es el vampiro con alma que menciona la profecía: Angel o Spike?
- Puede que lo sean los dos. Ahora, siendo Spike humano, el único candidato parece Angel. Él es también el sire... – Wes se interrumpió porque, salvo Illyria y Fred, nadie más sabía de su nueva interpretación de la profecía de Sahjan.- Por otra parte, lo referente a la humanidad, claramente se ha cumplido en Spike. Quizás unos fragmentos se refieran a uno y otros a otro.
- La pregunta entonces es cuál de los dos está destinado a matar a Buffy.
- En realidad... hay un matiz de condicional hipotético en el verbo tocario que creo que Sirk pasó por alto. “Cuando el vampiro destruya el vaso”..., es decir, “si lo destruye”. Puede que no ocurra.
- ¿De verdad crees eso?
- Es lo que quiero creer.- suspiró Wesley.

 

 

 

 

Spike entró en tromba en el despacho de Angel.

- ¿Dónde está Buffy?

Los empleados arrollados por Spike que no habían conseguido detenerlo antes, intentaron ahora sacarlo del despacho del Jefe. Angel hizo un gesto para que les dejaran solos y se encaró con Spike.

- Podría decirte que no es asunto tuyo y hacer que te echaran a la calle, pero no sé por qué, voy a tener la consideración de decirte que ya se ha marchado.


- No ha regresado al Hyperion. Lo he confirmado por teléfono.


Angel disfrutó de la réplica que Spike le ponía en bandeja.


- ¿Y por qué piensas que querría volver allí? A lo mejor ya no desea verte más.


- No estoy de humor para bromas, Angel. Dime dónde está y no me obligues a preguntártelo de otro modo.


- Pero ¿qué te crees, que ha sido secuestrada por el ogro malo? Simplemente, hemos hablado y luego se ha ido. Volverá cuando le apetezca.
- ¿Ya está el horno caliente para las galletitas?


- Spike... vete a la mierda.

Como si hubiera estado esperando una excusa, Spike se abalanzó sobre Angel. Rodaron ambos por el suelo derribando una silla en su caída. Spike quedó encima y rubricó su momentánea ventaja con un par de puñetazos bastante contundentes que desorientaron por un instante a su sire. Sin embargo, éste reaccionó pronto y se lo quitó de encima con relativa facilidad. Se resarció con un buen derechazo que hizo que la nariz de Spike empezara a sangrar. El rubio no se arredró y quiso cobrárselo con otro par de golpes que Angel interceptó haciendo gala de su agilidad envidiable. Aunque tuvo que encajar otro directo asesino al mentón, finalmente el vampiro moreno consiguió derribarle con un duro impacto en el estómago.

- Enfría un poco tu sangre, Spike.


- Mi sangre ahora es caliente, igual que el resto de mi cuerpo, cosa que a ti no te ocurre. Puedes matarme, pero yo puedo clavarte una estaca.


- No necesitamos matarnos, Spike. No sé por qué te empeñas en que te zurre.


Desde el suelo con rencor, comentó.


- Es lo que siempre hacías, ¿no?

 

Yorkshire, 1880.

 



William cabalga bajo la luna en una cálida noche de los primeros días de otoño. Jinete y montura galopando en la aterciopelada semipenumbra de luna llena conforman algo hermoso, lleno de gracia y armonía. Desde su transformación no se había sentido tan pleno, tan libre como esta noche. Completamente solo, sintiendo el aire contra la cara, la oscuridad que le penetra, los perfumes de la tierra húmeda de la campiña inglesa y los mil sonidos de la naturaleza que sólo ahora percibe en todo su esplendor, le parece que es casi feliz. Bañado en la serenidad que lo rodea, ha conseguido olvidar la muerte de su madre, la amargura de su vida mortal ya dejada atrás, incluso la comezón de pensar constantemente en Drusilla y saber... El paseo nocturno ha sido como un bálsamo que le trae tiempos felices y apacibles, si es que alguna vez los tuvo.

Cuando regresa a la guarida que utilizan los vampiros, tras el cobertizo que sirve de cuadra, aparece Angelus. Está furioso y lleva una fusta en la mano. Se dirige directamente hacia él a grandes zancadas. Coge a la yegua de la brida y descarga el primer golpe sobre el rostro de William que no se lo espera. La montura se encabrita y el joven intenta en vano controlarla mientras Angelus sigue azotándole. Luego el vampiro irlandés le coge de la pechera y lo arrastra al suelo entre los cascos del asustado caballo que a punto está de machacarle el cráneo. Es inútil intentar razonar con él. Está fuera de sí y tampoco la mente de William, sobrepasado por lo desmedido de la reacción, sabe hacer frente a la situación

- Te dije que esa yegua era mía. ¿Es que nunca vas a aprender?

Aún aturdido por la caída, William apenas puede hacer otra cosa que arrastrarse fuera del alcance de los cascos del aterrorizado animal y recibir la lluvia de latigazos, puñetazos y puntapiés que le destina Angelus. William no entiende por qué. Intenta ponerse en pie, pero la tormenta de golpes le derriba una y otra vez. Algo del poeta, del niño que queda en él, tiene ganas de suplicar, de pedir perdón, pero sabe –unos pocos días le han bastado para aprenderlo- que Angelus no conoce la piedad.

- ¿Cuántas veces he de decirte que no puedes usar mis cosas sin mi permiso?

Intenta de nuevo levantarse, pero es derribado. Quiere defenderse, golpear, arañar, morder, pero sus puños son aún inexpertos y sus colmillos serían inútiles ante la fuerza muy superior del jefe del clan. Lucha, se debate, pero llega un momento en que toda resistencia es inútil. Finalmente se rinde, se hace un ovillo y sólo recibe los golpes, esperando que Angelus se canse.

- Angelus, déjalo ya. Lo vas a matar.

Es una forma de hablar, porque William sabe que para un vampiro como él es ahora, la muerte no puede ser fin de aquella tortura. De cualquier modo, la intervención de Darla, la única que consigue dominar a Angelus, parece calmarlo. El jefe del clan le dedica un último puntapié a las costillas y tira la fusta rota a su lado. El momento de calma le sirve para sentir con más intensidad los huesos rotos, el sabor de su propia sangre inundándole la boca, el escozor de las heridas en el rostro y cada una de las magulladuras de su cuerpo molido.

- Dru, ven aquí – oye entonces gritar a Angelus.

“Por favor –suplica en su interior-, que no la folle delante de mí”
Y tiene suerte. Angelus se lleva a sus mujeres al interior de la casa. Puede identificar los gemidos de placer de Drusilla entre los demás jadeos, pero al menos no tiene que verles.

Lentamente, William se pone en pie.

 

***


Angel le tendió su mano a Spike para que se levantara, pero éste la rechazó. Recolocó sus ropas y dirigió una mirada llena de resentimiento a Angel. Quizás iba a insistir sobre el paradero de Buffy, pero entonces se abrió la puerta y entró Lindsey, acompañado de un par de matones.

- Caballeros, aquí hay gente que trabaja. El ruido que estáis haciendo no es aceptable en un bufete de prestigio como éste, sin contar el deterioro del mobiliario - Era odioso su sarcasmo cuando disfrutaba de una situación-. Hay unas instalaciones de Wolfram and Hart que seguro que no conocéis ninguno de los dos y que son mucho más silenciosas. Vamos a visitarlas juntos.

- ¿De qué demonios estás hablando, Lindsey?
Por respuesta, los dos guardaespaldas, como si estuvieran sincronizados, exhibieron una pistola y dispararon simultáneamente a los dos vampiros un dardo paralizador. El efecto fue fulminante y Spike y Angel se derrumbaron casi al mismo tiempo.


 



Unas horas después, Gunn, Illyria y Lorne, estos dos últimos ocultos bajo las largas capas con capucha de unos de los seres de extraños atuendos que a veces visitaban Wolfram and Hart, se colaban en el enorme despacho de Lindsey MacDonald. Era una suerte que el alto rango de Gunn en la organización le permitiera circular por el edificio sin tener que responder preguntas ni él ni sus acompañantes. Y la suerte continuó porque Lindsey parecía llevar tiempo lejos de aquella zona. Reducir a los de seguridad que custodiaban la entrada del despacho había sido también relativamente fácil y ahora se encontraban dentro forzando las puertas tras las que Gunn sabía que el ambicioso abogado guardaba sus sofisticados sistemas de vigilancia.

- ¿Crees que esto servirá de algo? – preguntó Lorne.


- Estoy seguro de que le ha puesto un localizador a Angel.


Los tiempos de pandillero de Gunn conservaban su eficacia. La cerradura saltó y se encontraron ante toda una pared decorada con monitores que mostraban diversos lugares del edificio.


- Mirad.- Lorne identificó en una pantalla la imagen que buscaban. La cámara lo enfocaba de lejos, pero una de aquellas siluetas era inconfundible: Angel.


- Es una de las plantas subterráneas, pero no reconozco esa zona. Esto es más interesante- Gunn señaló a un monitor de ordenador donde se esquematizaba el plano de una parte del edificio. En él parpadeaba un punto azul, junto al que se leía un número.


- Corresponde a la cámara D. Es este despacho.


Illyria se acercó al teclado y escribió el número que aparecía junto al punto luminoso. La respuesta en pantalla fue inmediata:


- “Charles Gunn”. ¡Vaya, también me ha puesto localizador a mí! Cuánto honor.


Illyria comprobó la letra de la cámara que presentaba la imagen de Angel, la introdujo y el monitor ofreció otro plano distinto con otro punto parpadeante y otro número. Tecleó la nueva cifra y...


- “Angel” ¡Bingo! Nos lo ha puesto fácil- Gunn dibujó una amplia sonrisa- Lorne, enciérrate aquí y dirígenos por el edificio con el teléfono móvil. Encontrarlos será un juego de niños.


- De acuerdo.

 

 

Último acto

 

 

Cuando Angel despertó no sabía cuánto tiempo había pasado. Se encontraba en un extraño lugar que, como había dicho Lindsey, él no conocía. Era una espacio semicircular  rodeado de altos muros completamente lisos. Se incorporó notando cómo sus sentidos iban poco a poco venciendo al aturdimiento. Entonces se dio cuenta de que no estaba solo. A pocos metros una figura inmóvil se encontraba atada a una columna de escasa altura.

 

-    ¡Buffy! Te sacaré de aquí.

 

-    No creo que puedas hacerlo tan fácilmente –sonrió desvaídamente la muchacha mostrándole los grilletes metálicos que aprisionaban sus muñecas.

 

-    Ella tiene razón: no te será nada fácil.- La odiosa voz de Lindsey le llegó desde lo alto. Angel, ya casi totalmente recuperado, escudriñó todos los detalles que le rodeaban. Todo a lo largo del alto muro corría una plataforma donde se encontraba Lindsey acompañado de tres figuras vestidas de negro de arriba abajo. Parecían sacerdotes, magos o chamanes y daba la impresión de que estaban muy ocupados disponiendo objetos y preparando alguna ceremonia tan siniestra como ellos. Frente a Lindsey, en el otro extremo de la plataforma distinguió un bulto oscuro que empezaba también a dar síntomas de recuperar la consciencia. Comprendió que se trataba de Spike. Estaba convenientemente aislado de Lindsey por unas rejas tanto a su derecha como a su izquierda y a sus pies se abría el foso donde se encontraban Buffy y el propio Angel.

 

-    Bien, ahora que ya estamos casi todos y casi preparados, podemos empezar -seguía Lindsey-; pero antes de nada, tengo que agradeceros que hayáis sido tan amables los tres viniendo a esta reunión, sin que haya tenido siquiera que molestarme en ir a buscaros.

 

Aquello no pintaba nada bien. En una especie de lugar de honor junto a Buffy estaba la espada Taz´han que Angel había robado a los Groogeynn. Pensó que en cualquier caso más le valía tener un arma disponible y la desenvainó. Al empuñarla, ocurrió algo inesperado: la hoja empezó a fulgurar y se convirtió en una especie de luz sólida. A Spike se le ocurrió que el juguetito, que parecía un sable láser sacado de la Guerra de las Galaxias, habría hecho las delicias de Andrew. Lindsey, desde lo alto, aplaudió teatralmente:

 

-Muy bien, Angel. ¡La has activado! Eso significa que tú eres el vampiro de la profecía. Lo siento, Spike, te he traído como posible sustituto, pero me parece que no vas a ser necesario.

 

- ¿Qué juego es éste, Lindsey?

 

- Oh, Angel, nunca prestas atención cuando te hablo. Ya te lo dije, la profecía sanshu: “Cuando el vampiro con alma destruya con la espada flamígera el vaso donde se vertió su vida, un gran poder será suscitado”. No me preguntes por qué, pero parece que ella es el vaso, así que... tienes la espada y tienes la chica. Mátala y acabemos pronto.

 

- Estás loco, Lindsey. Nunca haré tal cosa.

 

- ¿Loco? Al contrario, presumo de una mente muy lúcida. Fíjate que he pensado en todos los detalles: un lugar donde nadie nos moleste, un vampiro sustituto –si es que queda algo de vampiro en Spike-, una espada que certifica tu autenticidad... – Los chamanes habían empezado a moverse rítmicamente mientras recitaban una salmodia- ¡Hasta música de fondo! ¿Crees que falta algo?

 

- Sí. Te falta un poco de lógica. Tú lo has dicho: sólo un vampiro con alma puede empuñar la espada. Pero ni Spike ni yo mataríamos nunca a Buffy. ¿Qué vas a hacer, matarla tú? Eso no funcionaría, ¿verdad? Puedes actuar contra nosotros ¡Adelante! Pero si nos eliminas, te quedas sin la mitad de los ingredientes de tu maldita profecía.

 

Spike, desde su atalaya elevada, contemplaba la escena sin intervenir. No le gustaba el cariz que tomaban los acontecimientos. Por el momento dejaba que Angel llevara la voz cantante con su bonito aspecto de caballero jedi, pero intentaba pensar algo y pensar más deprisa que aquel hijo de mala madre de Lindsey. Aquella satisfacción de jugador tramposo que irradiaba de su voz le estaba diciendo a gritos que el abogado se escondía un as en la manga y que sólo tardaba en exhibirlo porque disfrutaba relamiéndose de antemano con el triunfo. Poco iba a tardar Spike en comprobar que acertaba de pleno.

 

-    Todo un reto, ciertamente.- Lindsey continuaba con su disertación, llena de ironía- Tienes razón: me faltaba una cosa fundamental. Pero no lógica, sino... algo que te motivara lo suficiente para cumplir la profecía. Y ¿sabes, Angel? Creo que lo encontré.

 

Lindsey accionó una palanca y la pared frente a Buffy empezó lentamente a deslizarse hacia un lateral. En el nuevo espacio simétrico que se abrió ante ellos, había otra columna exactamente igual con otro prisionero encadenado a ella.

 

-     ¡Connor!

 

 

***

 

-    Que empiece el ritual.

 

Angel corrió hacia el lugar donde se encontraba su hijo mientras los sacerdotes aumentaban la intensidad de sus cantos y esparcían determinadas sustancias sobre las ascuas de un brasero. Cuando Angel intentó acercarse a Connor, una especie de pared de plasma transparente le imposibilitó llegar hasta él.

 

-    Lindsey,- gritó con desesperación.- ¡Maldito seas! Libéralos. Ellos son inocentes. Acabemos esto entre tú y yo.

 

-    ¿Liberarlo? ¿Y dices que yo estoy loco? Con lo que me ha costado secuestrarlo en el campus. Bueno, no mucho en realidad, pero...

 

Angel blandió la espada contra aquella muralla viscosa que se levantaba ante él. No pudo traspasarla.

 

-    No malgastes tu fuerza.- aconsejó Lindsey- No te servirá de nada ante algo que no es físico, sino de origen místico. Igual que las cadenas de Buffy.  Te lo digo para que no pierdas el tiempo con intentos inútiles.

 

Angel y Spike, cada uno por su parte, al igual que Buffy y Connor, trataban de pensar en una forma de salir de allí, pero Lindsey se había ocupado de todos los detalles, no cabía duda. Ninguno de los dos vampiros podía alcanzar a Lindsey. A Spike le separaban de él unas rejas mientras el abismo del foso se abría a sus pies y a Angel, los altos muros lisos imposibles de escalar. El sentimiento de impotencia era absoluto.

 

Las salmodias de los magos estaban teniendo su efecto. La sustancia que rodeaba a Connor tomó extraños colores irisados y se combó en formas sepenteantes que sitiaron al muchacho. El espectáculo era hipnótico, como un caleidoscopio mortal, que poco a poco se agigantaba y reptaba amenazante hacia el indefenso prisionero. Lentamente, se enroscó en torno a sus miembros, avanzando despacio hacia él y estrangulándole como una inmensa pitón incorpórea.

 

-    Papá- Connor no pudo evitar la llamada angustiosa mientras sentía que aquella masa o ser informe constreñía su pecho y le iba asfixiando poco a poco.

 

Angel miraba fascinado, sin poder apartar la mirada del espectáculo aterrador del que era víctima su hijo y sabiendo además que tampoco podía hacer nada para evitarlo.

 

Spike, igual de impotente, imprecó a su captor.

 

-          Lindsey, eres un cobarde patético. Detén esta farsa y veámonos las caras.

 

-    ¿Farsa? Nada de eso. Esto va muy en serio. Y además, Spike, tú estás aquí de invitado, así que cállate y no molestes al protagonista. Te voy a explicar cómo funciona, Angel. Es bastante sencillo. Mis chamanes han invocado al Mal de Asgarth, es un demonio incorpóreo y muy previsible. Cuando es despertado requiere una vida humana antes de volver a aletargarse. Se le entrega en sacrificio o la busca él mismo, que es exactamente lo que está haciendo con tu hijo. No te preocupes, es bastante lento. Tienes aún unos cuantos minutos antes de que acabe de asfixiarlo. Y si te preguntas si puedes hacer algo por evitarlo, la respuesta es sí. Puedes ofrecerle otra vida. Una vida por una vida. – Lindsey hizo una pequeña pausa antes de continuar - Así que el asunto se limita a una simple elección: ¿a cuál de los dos prefieres entregar al demonio: a tu hijo o a la chica? Yo creo que debería estar claro, ¿no? Ella es muy guapa, pero Connor es tu hijo, la fuerza de la sangre, ... esas cosas. Además, sería justo. Por lo que tengo oído, ella no dudó en clavarte otra espada en una ocasión semejante, así que sólo le estarías pagando con la misma moneda.

 

Angel hizo un nuevo intento desesperado de abrirse camino hasta Connor. Tan infructuoso como en la ocasión anterior.  Se acercó a Buffy que le miraba con los ojos brillantes de lágrimas, inundados en un sentimiento que era sobre todo de compasión hacia el hombre acorralado que estaba junto a ella.

 

-    Buffy...

-    Lo entiendo, Angel.

Desde su atalaya, Spike se sentía tan impotente como ellos. Connor se debatía entre sus cadenas, cada vez más débil. Sus jadeos se estaban convirtiendo en un estertor agónico.

-    ¡No!- bramó Angel

-    Haz lo que necesito que hagas –exigió Lindsey.- ¿Tan difícil es de entender? Coge la maldita espada y mata a la chica. El demonio tendrá su ofrenda y se retirará y yo tendré el poder de la profecía Una vida por una vida. Ése es el trato.

-    Toma la mía –suplicó Angel.

-    Eso no sirve a mis propósitos. Además, tú ya estás muerto, ¿lo has olvidado? No tienes nada que ofrecer.

Angel pareció darse por vencido. Se giró lentamente hacia Buffy y avanzó hacia ella. Había comprendido que no tenía opción.

-    Lo siento, Buffy... – La muchacha intentó una sonrisa valiente que no consiguió del todo.- Te quiero...

Angel recorrió despacio los metros que le separaban de Buffy, llevando en su mano derecha la espada flamígera que ahora parecía pesar tanto como la sensación de derrota que atenazaba su alma.

 

-¡No! –gritó Spike. Se lanzó al foso donde se escenificaba la dramática escena- Yo sí tengo algo que ofrecer. Yo estoy vivo. Una vida por una vida.

 

Se plantó ante Angel.

 

- Toma mi vida. –pidió. Angel estaba paralizado. Como si no pudiera entender qué era lo que Spike quería de él.- Hazlo ya. ¿A qué esperas? – le gritó, pero Angel seguía sin reaccionar. Miraba sobrecogido a Spike, sin mover un músculo, ni decir una palabra,  demasiado sorprendido y confuso y aterrado por el horror de la situación.- ¡Maldito hijo de puta irlandés, siempre jodiéndolo todo!

 

Fue el propio Spike quien actuó. Con un movimiento rápido, se ensartó en la espada erguida que sostenía Angel frente a él. Sus dedos se engarfiaron en los hombros de Angel y se apoyó con fuerza en él para hacer más presión contra el arma que penetraba en sus entrañas juntando los cuerpos de los dos hombres. No era suficiente. Con las fuerzas que le quedaban, desequilibró y atrajo hacia sí el cuerpo de Angel que no pudo evitar que todo su peso cayera sobre el de Spike y sobre el sable que le atravesó, ahora sí, de parte a parte. Spike respiró entrecortadamente, sintiendo el fuego que destrozaba su interior.

 

         -¡William!- El grito de Angel se rompió en un sollozo.

 

 

Yorkshire, 1880

 

 

Ahítos de sexo, los cuerpos entrelazados de los vampiros, se rinden al descanso. Angelus repta en silencio, intentando no despertar a las mujeres. Se acerca a su lado y le susurra al oído:

 

-          William, ¿estás dormido?

 

A la luz de la luna, la cara de William transmite una extraña serenidad, algo difícil de definir, pero innegable, que Angelus nunca hubiera creído posible en un vampiro. Es tan raro este chico. Desde que se les ha unido, Angelus tiene la sensación de que siempre hay algo en él que se le escapa. Que por mucho que intente enseñarle, endurecerlo, siempre queda un rincón intacto donde su refinada maldad no puede contaminarlo. Algo que querría borrar para siempre. O que quizás envidie y desee poseer. Tal vez por eso, el joven londinense le atrae tanto.

Angelus se acerca aún más y le suplica

 

-    Déjame.- Enlaza suavemente la mano masculina y le extiende el brazo. William, dócilmente, le deja hacer hasta que el otro hunde sus colmillos en la blanca carne. El dolor, agudo, dura apenas unos segundos; luego lo invade una laxitud embriagadora mientras Angelus chupa su sangre lenta, demoradamente, con maestría de experto.

 

Cuando acaba, se miran un instante a los ojos.

 

-          Ahora tú – murmura Angelus y le ofrece él también su brazo.

 

William lo muerde en silencio mientras siente que, con la otra mano, Angelus le acaricia el pelo.

 

 

***

 

Spike reunió sus últimas fuerzas para dirigir una sonrisa a su amigo.

 

- Una vida por una vida... Es un buen trato.- murmuró.

 

Su mano resbaló desmayadamente en una caricia lenta por el cuello y el pecho de Angel.

 

- William, ¡no! – la angustia y un dolor insoportable atenazaron a Angel. Todo desapareció: aquel lugar horrible, Lindsey, Connor, incluso Buffy que trataba inútilmente de soltarse para acudir junto a ellos. Se abrazó al cuerpo de William, su niño, con la desesperación de un padre que se niega a perder lo más querido.

 

- Cuida de ella. –le pidió.

 

El tiempo pareció detenerse en el momento de intimidad entre los dos hombres. Con su generoso sacrificio, Spike le entregaba la vida de Connor y el amor de Buffy y quizás pensaba que estaba bien así porque había una gran paz en su mirada a punto de apagarse. Ante aquello, Angel sintió que nada importaba, ni siquiera los importantes acontecimientos que empezaron a desarrollarse entonces. Fue todo muy rápido. Mientras la neblina que había asediado a Connor, empezó a concentrarse, hasta desaparecer, disolviéndose al mismo tiempo que se extinguía la vida de Spike, Illyria y Gunn habían irrumpido tomando por sorpresa a los de la plataforma superior. En una breve pelea se deshicieron de los chamanes, pero Lindsey había tenido tiempo de escabullirse cerrando tras sí una puerta blindada que ni siquiera Illyria consiguió forzar. Después, más interesados por el destino de sus amigos, saltaron al foso para liberar a Buffy y a Connor.

 

Buffy, libre finalmente de sus cadenas, se arrodilló junto a los dos hombres.

 

-    Spike...

Él apenas pudo girar un poco su cabeza para  mirarla

-    Me parece... que esto es un adiós, amor. Otro.

El tono de Angel se hizo apenas un susurró

-    Perdóname. Te he hecho tanto daño. Como Angelus destrocé a William y como Angel te he matado.

-    Siempre... arrogándote más mérito... del que te corresponde. He sido yo, idiota.

-    Eres mil veces mejor que yo, William. Siempre lo has sido.

-    ¿Por qué siempre... me decís mentiras... cuando muero?

-    Siempre son verdades, Spike.

Pero Spike ya no oyó las palabras de Buffy.

La mano femenina, al acariciar el rostro de Spike en una demorada y sobrecogida despedida, rozó la de Angel, que seguía acogiendo en su regazo el cuerpo de Spike.

 

 

 

El vampiro y la Cazadora.

 

 

 

Algo después, habían conseguido arrancar a Angel de junto al cadáver de Spike. Connor se recuperaba muy lentamente y su padre estaba ahora junto a él. Buffy cogía la mano del vampiro intentando transmitirle, entre su tristeza infinita, un poco de calor.

Seguían esperando a que Lorne diera con la forma de abrir las puertas de aquella cárcel y aunque, por el móvil les decía que hacía avances, aún seguían prisioneros en los sótanos de Wolfram and Hart.

 

Illyria se acercó al lugar donde yacía Spike. Con un movimiento preciso arrancó de su cuerpo la espada Taz´han que aún seguía clavada casi hasta la empuñadura. Había perdido su apariencia mágica y ahora parecía simplemente metálica. Illyria rompió la hoja en dos trozos y los arrojó al suelo. Entonces oyó un ligero gemido. Se acercó a Spike y vio que empezaba a abrir los ojos.

 

- ¿Te encuentras bien?

 

- Sí, perfectamente muerto. Como antes.

 

- Todos los humanos vivos tienen algo que me es profundamente desagradable. Prefiero cazar con un híbrido. Cuando nos abran la puerta, podemos ir de caza, si quieres.- A su manera, quizás era un intento de consolarle. Pero en realidad, a Spike se le acumulaban los acontecimientos y no sabía muy bien si necesitaba consuelo.

 

O sea que volvía  a estar en la casilla de salida. Su corazón volvía a ser un órgano muerto que no latía La verdad, nunca había sabido qué hacer con su recién adquirida humanidad. Sólo le hubiera interesado si Buffy.... Miró en el otro extremo del recinto a los demás personajes: Gunn esperaba en silencio. Connor se había levantado finalmente y ahora se abrazaba a su padre, ante la presencia amorosa de Buffy. Una familia feliz. Demasiado empalagoso para su estómago. Más valía largarse pronto de allí. Lo más sensato parecía la propuesta de Illyria. Además, un chirrido anticipó que Lorne había conseguido abrirles la puerta de salida.

 

-    Ayúdame, Illyria.

 

Sólo cuando se puso en pie con la ayuda de la mujer, los demás repararon en la importante novedad. Primero les miraron estupefactos.

-     ¿Qué? ¿Nunca habéis visto un vampiro?

 

Luego Buffy, impulsiva, se echó en sus brazos, ante la evidente incomodidad de Spike. Angel también se acercó para fundirse en un abrazo con él.

 

-    Spike... realmente creímos que estabas muerto.

 

-    Claro que estoy muerto, Angel. Tú deberías saber cómo funciona esto. Eres humano, te mueres, te conviertes en vampiro. Eres vampiro, te convierten en humano, te mueres, vuelves a ser vampiro. Bueno, esta última parte no está muy experimentada pero parece que es así.

 

-    Spike.... – había cariño, pero también una cierta recriminación en el tono de Buffy. No podía entender aquella frialdad, aquella ironía que en Spike solía ser un arma defensiva, precisamente cuando todos se alegraban tanto de tenerlo de nuevo con ellos, y sobre todo ella, Buffy. Si lo hubiera pensado, habría comprendido que era bastante sencillo: Spike sólo utilizaba el sarcasmo cuando se sentía profundamente herido.

 

Pero tras años de experiencia y de dolor, el vampiro rubio también había acabado por comprender que en determinadas batallas había que presentarse desarmado y que en momentos como aquél sólo podía acudir a la sinceridad.

 

-    Buffy, que haya muerto o no, no cambia nada. Como tampoco importaba que fuera humano o no. Lo único que importa es lo que tú deseas, lo que tú sientes... Yo no voy a interponerme.

 

La muchacha se quedó paralizada, tan incapaz de reaccionar que ni siquiera supo qué decir para detenerlo cuando vio cómo hacía un gesto con la cabeza a Illyria y ambos se dirigían a la salida.

 

-    Estoy harto de Wolfram and Hart y necesito aire fresco. Illyria y yo nos vamos a cazar demonios. Hasta la vista, chicos.

 

Buffy le vio salir, sintiendo que algo se desmoronaba en su interior. Mientras le miraba alejarse, rememoró toda su historia juntos. ¿Era aquel el Spike, al que había odiado, golpeado, insultado durante tanto tiempo, con el que se había sentido tan sucia, tan depravada como el vampiro pervertido que era él.? Las lágrimas nublaban su visión pero seguía viendo cómo se marchaba del lugar y de su vida. Él. El Spike que le había hecho tanto daño, al que había rechazado y luego había creído perder definitivamente. Durante casi un año había intentado sobrevivir a su ausencia y casi creía haberlo conseguido y ahora de pronto, en un instante de claridad, como una iluminación, se daba cuenta de que lo necesitaba como el aire para respirar. No podía volver a perderlo otra vez. Llena de angustia, miró a Angel.

 

- Ve con él.

 

 

Buffy echó a correr para seguir el consejo de Angel. Los alcanzó ya en la calle. Jadeante por la carrera, de pronto no supo muy bien qué decir:

 

-    ¿Aceptáis otro compañero de caza? Soy bastante buena haciendo polvo a los vampiros. Spike lo sabe.

La sonrisa abierta de Spike era enternecedora. Parecía tan ilusionado como un niño y al mismo tiempo, temeroso de que aquel sueño, frágil como una pompa de jabón, se deshiciera al intentar rozarlo.

-          ¿De verdad?

-          Claro que soy buena cazadora- reafirmó traviesa Buffy

-          No me refería a eso.

Spike enlazó su cintura bajo el escueto top de Buffy. La mano masculina se perdió emborrachándose con el contacto de su cálida carne. Ella dio un respingo.

-    Me había olvidado de cuánto odio tus manos frías.

Retador  y descarado, Spike se paró ante ella.

-          Caliéntame.

 

Illyria les miró y comprendió que iban a estar muy ocupados. Quizás no era tan mala noche para cazar sola.

 

 

FIN

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