Estrellita de oro

(España)

Éstos eran un rey y una reina que tenían una sola hija. Y se murió la madre y se volvió a casar el rey. La vida en el palacio iba muy bien hasta que la nueva reina tuvo una hija porque, desde ese momento , todo fueron amores y mimo para su verdadera hija y maltratos y humillaciones para la hijastra. Además, a medida que crecía la hija de la nueva reina, peor trataba ésta a su hijastra: la mandaba a lavar la ropa, a buscar agua a la fuente... en fin, que la trataba como a una criada y, mientras tanto, la hija se quedaba en casa y no daba un palo al agua.

Un día la reina envió a la hijastra a lavar y le dio ropa sucia de tizne, una miajilla de jabón y un puchero vacío. Y le dijo:

- Tienes que traerme la ropa muy blanca, dos jabones enteros y el puchero lleno de sopa.

La pobre muchacha salió muy triste con su carga, porque no sabía cómo podría cumplir con el encargo que le había hecho su madrastra. Y en el camino al lavadero, se encontró con una viejecilla que, al verla tan lastimosa, le preguntó:

- Niña, ¿por qué vas tan triste?

Y la muchacha le contestó:

- Es que mi madrastra me manda a lavar estas ropas y están tan negras de tizne que no se las puede ni mirar; y me ha dado sólo una miajilla de jabón para lavarlas y, además, este puchero que no tiene nada dentro para comer. Y tengo que volver con la ropa muy blanca, dos jabones enteros y el puchero lleno de sopa.

Y le dijo la viejecilla:

- Bueno, pues no te apures. Toma esta cesta que te doy y mete dentro la ropa y el jabón. Después, mira para el cielo. Ah, y no te olvides de comer la sopa que haya en el puchero.

La muchacha, consolada, hizo todo lo que le ordenó la viejecilla. Y cuando miró al cielo, le cayó una estrellita de oro en la frente; y cuando miró dentro de la cesta, vio que la ropa estaba tan blanca como nunca lo había estado y que sobre ella había dos hermosos pedazos de jabón; y cuando miró el puchero vio que estaba lleno de rica sopa, se la comió , y el puchero se volvió a llenar solo.

Muy contenta, recogió todo y se volvió a donde estaba su madrastra. La madrastra en cuanto la vio, le dijo:

-¿Has hecho todo lo que te dije que hicieras?

La muchacha le entregó todo lo que traía. Entonces la madrastra reparó en la estrella que llevaba en la frente y le preguntó cómo había sido eso. Y la muchacha le contó su encuentro con la viejecilla y que le había dicho que mirase para el cielo y le había caído la estrellita de oro.

La madrastra se puso muy envidiosa, llamó a su hija y le dijo:

- Ahora mismo te vas tú también a lavar la ropa al lavadero y te llevas lo mismo que tu hermanastra para que vuelvas con una estrellita de oro en la frente.

Así hizo su hija. Se encontró con la viejecilla y ésta vio que venía por envidia y la castigó. le dijo que metiera la ropa, el jabón y el puchero en la cesta y que mirara para el cielo. Lo hizo la hija de la reina y le cayó un rabo de burro en la frente; y cuando fue a mirar en la cesta, encontró la ropa negra como de tizne, el puchero vacío y no había ni la miajilla de jabón que había traído. Y así se marchó de vuelta al palacio, con el rabo de burro plantado en la frente.

Verla su madre y ponerse furiosa fue todo uno. Y cuanto más furiosa estaba, pero trataba a su hijastra. La gente las empezó a llamar Rabo de Burro a la una y Estrellita de Oro a la otra. Al final, la reina, no sabiendo cómo fastidiar a su hijastra, al puso a limpiar las cocinas de leña y a sacar las cenizas. Cuando llegó el domingo, dejaron a Estrellita de Oro limpiando las cenizas y la reina y Rabo de Burro se fueron a misa en coche. A pesar de que tenía un rabo de burro en la frente, la madre la vestía de manera que no se le notase, pero la gente decía:

- Ja, ja, ja. Estrellita de Oro en la cenicera está y Rabo de Burro en el coche va.

Un día, el rey tuvo que salir para hacer un largo viaje , que le tendría varios días fuera. Antes de partir, fue a hablar con su hija, Estrellita de Oro y con su hijastra, Rabo de Burro, y les preguntó qué querían que les trajera, porque el rey las quería a las dos por igual. Rabo de Burro le dijo que quería un traje muy bonito, un sombrero de plumas y unos zapatos. Y Estrellita de Oro le dijo a su padre que todo lo que ella quería era que le trajese una varita del primer árbol que encontrase.

Partió el rey y en seguida encontró un árbol, mandó detener su carroza , se apeó y cortó al varita más recta y vistosa que nacía en sus ramas. Cuando llegó al lugar a donde iba, compró el traje, el sombreo y los zapatos, volvió con todo y se lo dio a sus hijas.

Unos días después un rey vecino dio una gran fiesta con baile, porque era soltero y quería buscar esposa. la reina visitó a Rabo de Burro con lo que le había traído su padre, que le quedaba muy elegante , le escondió el rabo con una peluca y una diadema y la llevó a l baile, al que iban a acudir todas las princesas y las muchachas casaderas de los reinos vecinos. Pero antes volcó un saco de lentejas entre las cenizas de la cocina y le dijo a Estrellita de Oro que no se moviese de allí hasta que nos las hubiera apartado y limpiado. Hecho lo cual, se fue al baile con su hija.

Estrellita de Oro cogió entonces su varita, que era una varita de virtud que la viejecilla había puesto en el camino del rey, su padre, y fue y dijo:

- ¡Pajaritos, pajaritos del jardín, venid a ayudarme!.

Vinieron una enorme cantidad de pajaritos y en un momento separaron las lentejas y las pusieron en una cesta. Entonces Estrellita de Oro le pidió a la varita de virtud un rico vestido de oro, plata y encajes, unos zapatos de oro para ir al baile y una diadema con una perla para cubrir la estrellita que tenía en la frente,. Y de esta manera, y en un coche muy elegante que también pidió, se fue al baile.

Llegó al baile y, en cuanto el rey la vio, estuvo bailando con ella, bailando y bailando sin parar y, cuanto más bailaba con ella, más le gustaba y le dijo que si quería casarse con él. Estrellita de Oro le dijo que más tarde le contestaría; y así siguieron, bailando y bailando. Rabo de Burro y su madre estaban muertas de envidia pensando quién sería aquella muchacha que encandilaba al joven rey.

Se hizo tarde y Estrellita de Oro le dijo al joven rey que se tenía que ir. El joven no quería dejarla ir, pero al final se resignó y la acompañó hasta el coche; y en el camino ella le dio promesa de matrimonio y se hicieron novios y le prometió que volvería al próximo baile. Y en cuanto ella llegó a su palacio, le dijo a su varita de virtud que la volviera como antes y otra vez se vio en la cocina.

Al poco tiempo llegaron Rabo de Burro y su madre, y decían:

- ¡Ay qué muchacha más bonita había en el baile! ¿Quién será ¿Quién será ? Y venga a bailar y bailar con el rey toda la noche. ¿Quién será? ¿Quién será?

Y contestaba Estrellita de Oro

- Pues sí , pues no, ¿sería yo?

Y le decía la madrastra:

-¿¿Qué has de ser tú, con lo sucia que estás?

Conque llegó la segunda noche de baile y otra vez vistió la reina a Rabo de Burro muy elegante y se fueron al palacio del joven rey. A Estrellita de Oro le echaron otra vez un saco de lentejas entre las cenizas de la cocina y le dijeron que las limpiara.

Apenas se hubieron ido, Estrellita de Oro cogió su varita de virtud y llamó de nuevo a los pajaritos:

- - ¡Pajaritos, pajaritos del jardín, venid a ayudarme!.

Volvieron los pajaritos y le limpiaron las lentejas en un santiamén. Le pidió entonces a la varita un traje bordado con los colores de todas las flores del mundo y una diadema con un rubí que le ocultara la estrellita de la frente. Y se fue al baile en un coche más elegante que el de la primera vez.

El rey la estaba esperando, porque ya eran novios, de manera que, cuando llegó la sacó a bailar y estuvieron bailando y bailando toda la noche, hasta que se hizo tarde y ella le dijo que tenía que volver a su casa, pero que a la otra noche vendría otra vez sin falta. El joven rey la acompañó a su coche y en cuanto ella estuvo de vuelta en casa, le pidió a la varita que la volviera como antes y otra vez se vio en la cocina.

Cuando llegaron al reina y su hija la encontraron en la cocina con todas las lentejas separadas y limpias, como la otra vez. Y decían ellas.

- ¡Ay, qué guapa estaba esta noche la novia del rey! ¿Quién será? ¿Quién será?

Y contestaba Estrellita de Oro

- Pues sí , pues no, ¿sería yo?

Y la madrastra le decía:

- ¡Qué has de ser tú, con lo sucia que estás!

Bueno, pues llegó la noche siguiente, vistió la reina a Rabo de Burro más elegante que nunca, se marcharon al baile y dejaron a Estrellita de Oro limpiando lentejas. Y sucedió como las veces anteriores: la muchacha llamó a los pajaritos, éstos vinieron y limpiaron las lentejas en menos de lo que se tarda en decirlo y ella le pidió a su varita un traje aún más precioso y rico que los anteriores, esta vez con campanillas de oro y plata que fueran sonando y una diadema con un diamante que le cubriera la estrellita de la frente. Se vistió y se marchó al baile en un coche tirado por seis caballos blancos.

El joven rey la estaba esperando y, como siempre, la sacó a bailar. No se despegaba de ella y estuvieron bailando toda la noche y Rabo de Burro y su madre estaban verdes de envidia. Esta vez Estrellita se descuidó un poco y se le hizo muy tarde, tan tarde que le dijo al rey que no podía esperar un minuto más y echó a correr hacia su coche. Se fue tan deprisa que en el camino se le salió uno de sus zapatos de oro y el rey, que no logró alcanzarla, recogió el zapato y se quedó con él. Estrellita de Oro voló a su casa en el coche tirado por los seis caballos blancos, le pidió a al varita que la volviera como antes del baile y se quedó en la cocina esperando.

la reina y su hija llegaron enseguida. Y decían:

¡Ay, esta noche sí que estaba guapa la princesa! ¿Quién será ? ¿Quién será? Al salir del baile se le perdió un zapato y lo cogió el rey. Y el rey dice que se casa con la dueña de ese zapato. ¿Quién será? ¿Quién será?

Y contestaba Estrellita de Oro

- Pues sí , pues no, ¿sería yo?

Y le decían las dos, la reina y su hija:

-¿¿Qué has de ser tú, con lo sucia que estás?

Al otro día salió el joven rey de su palacio y llegó adonde vivía la reina, pues estaba buscando a a la muchacha a la que le viniera bien el zapato perdido. Llegó al palacio de la reina y fue Rabo de Burro y se cortó los dedos de los pies para que le cupiera el zapato, pero el rey vio que no era suyo. Entonces preguntó el rey si no había otra muchacha en la casa. La reina le contestó que no, que sólo quedaba la que estaba en la cocina, que era muy fea y muy sucia. El joven rey pidió que la llamaran y, como era el rey quien lo pedía, la fueron a buscar.

La reina y su hija decían:

- No sé para qué pierde el tiempo llamando a esa sucia.

Entonces salió Estrellita de Oro vestida con su traje de campanillas de oro y plata y con un solo zapato de oro. El rey, al verla, la reconoció inmediatamente y le puso el zapato que traía guardado, que le venía a la perfección, pues era el que ella había perdido.

El joven rey pidió la mano de Estrellita de Oro a su padre, que se la dio gustoso. El padre, al ver cómo habían tratado la reina y su hija a Estrellita de Oro, se puso muy furioso con ellas, pero Estrellita le pidió que las perdonase y luego se fue con el joven rey a su palacio y se casó con él.

E hicieron muchas fiestas en la boda y fueron muy felices y comieron perdices; y a mí, que lo cuento, me dieron con los huesos en las narices.

 

(Tomado de Cuentos populares españoles, recopilación de José Mª Guelbenzu. Ed. Edaf., p. 290, y éste a su vez de la colección Cuentos populares españoles de Aurelio M. Espinosa, CSIC. Madrid 1946)