DORMIR LOS DOMINGOS

Para algunos, las series infantiles carecen de moralidad Para otros, educan al niño. Para todos, hay silencio mientras las ven.

-por Sean French-

En un reciente programa de la televisión británica varios expertos debatieron la influencia moral, buena y mala, que la televisión ejerce sobre los niños. Se habló de los Power Rangers, por supuesto. Es una serie tipo cómic de aventuras de una pandilla de niños norteamericanos que se enfrentan a diario a un grupo de combatientes ninja de otro planeta, empleando atuendo especial y todo tipo de artilugios de alta tecnología que usted puede adquirir en las jugueterías, claro está.

El profesor Richard Whitfield manifestó durante el debate que los productores deberían ser más responsables al realizar programas destinados a un público infantil, y que su trabajo tendría que ser más educativo.

Los Power Rangers y los programas para niños en general cumplen una clara función educativa, aunque este punto curiosamente no fue debatido en el debate televisivo. Hace tres años, comencé levantarme a eso de las siete de la mañana, sentaba a mis hijos frente al televisor y volvía a meterme en la cama. Esta costumbre nos permitía a mi mujer y a mí dormir cuatro horas más los fines de semana. ¿Qué otra cosa podría ser de mayor provecho moral? Además, esas sesiones frente a la televisión resultaron muy educativas. Al cabo de un año, los niños sabían encender la tele, de manera que ya no tenía que levantarme de la cama.

El Profesor Whitfíeld no aprobaría esta práctica ya que, según él, es un acto irresponsable dejar que los niños vean la tele solos.

Ahora bien, ¿qué cultura infantil, ya perdida, añoramos ante la brutalidad de los programas para niños de hoy día. ¿Ha leído el profesor Whitfíeld la Cenicienta en su versión original? Yo sí. Cuando la fea hermanastra de la Cenicienta se prueba el zapato y comprueba que le queda pequeño se corta los dedos, y el príncipe se da cuenta cuando se llena de sangre la carroza que le lleva a palacio. ¿Recordáis cómo se convierte en ser humano la sirena del cuento de Hans Christian Andersen? La bruja le corta la lengua y, cuando comienzan a crecerle las piernas, a cada paso siente que le clavan un cuchillo en las plantas de los pies. ¿Os acordáis de cómo Gollum consigue sacar el anillo del dedo de Frodo en El señor de los anillos? (...).

Las historias que estimulan la imaginación de los niños son una mezcla de diversión y miedo, de días resplandecientes y bosques sombríos, de héroes invulnerables y brujas seductoras. No es casualidad que en Blancanieves la mujer de mayor atractivo sexual y más aterradora sea la malvada reina. Ese espejo no sabía lo que decía.

El permitirnos jugar con ideas espantosas y complicadas, al tiempo que nos mantenemos a salvo, es una forma de educación, una preparación para enfrentarnos al lado oscuro de la vida. La semana pasada nos robaron una maleta del patio de casa. En la maleta estaban, entre otras cosas, el oso y el panda -de peluche de toda la vida de nuestros dos hijos mayores. Estos apoyos psicológicos seguramente se encuentran en el fondo de un cubo de la basura en alguna calle del noroeste de Londres. Pero los niños reaccionaron ante el robo con madurez, gracias al parecer, a la educación que reciben de los programas infantiles. Saben lo que hay que hacer cuando se sufre una pérdida emocional traumática: se va a la tienda y se compra algo que llene el vacío.