Para Bettelheim, el cuento no sólo trata de enseñar determinados valores o normas, sino que contribuye al desarrollo armónico de la personalidad, estableciendo un equilibrio entre dos principios fundamentales que regulan nuestra conducta y nuestra vida: el del placer y el de la realidad.

    El niño podrá empezar a ordenar sus tendencias contradictorias , cuando sus pensamientos llenos de deseos se expresen a través de un hada buena; sus impulso destructivos a través de una bruja malvada; sus temores a través de un lobo hambriento; las exigencias de su conciencia a través de un sabio, hallado durante las peripecias del protagonista, y sus celos a través de un animal que arranca los ojos a sus rivales. cuando este proceso comience, el niño irá superando el casos incontrolable en que se encontraba.

(Bruno Bettelheim. Psicoanálisis y cuentos de hadas)

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