Istar pide a Gilgamesh que sea su amante

Él se lavó la sucia cabellera, acicaló sus armas, La trenza de su pelo sacudió contra su espalda. Arrojó sus manchadas (cosas), se puso otras limpias. Se envolvió en un manto franjeado y se abrochó un ceñidor. Cuando Gilgamesh se hubo puesto la tiara, la gloriosa Istar levantó un ojo ante la belleza de Gilgamesh:

«¡Ven, Gilgamesh, sé tú (mi) amante! Concédeme tu fruto. Serás mi marido y yo seré tu mujer. (10) Enjaezaré para ti un carro de lapislázuli y oro, Cuyas ruedas son áureas y cuyas astas son de bronce. Tendrás demonios de la tempestad que uncir a fuer de mulas poderosas. En la fragancia de los cedros entrarás en nuestra casa. Cuando en nuestra casa entres, ¡El umbral (y) el tablado besarán tus pies! ¡Se humillarán ante ti reyes, señores y príncipes! El producto de colinas y de llano te ofrecerán por tributo. Tus cabras engendrarán crías triples, tus ovejas gemelos, Tu asno en la carga sobrepujará a tu mula. Los corceles de tu carro serán famosos por su carrera, [¡Tu buey] bajo el yugo no tendrá rival!»

(Poema de Gilgamesh; Tablilla III (http://www.buenaluna.org.ar/ptah/hatti4.html ))