Materia épica castellana.

Don Rodrigo, el último rey visigodo, cae rendidamente enamorado de una doncella de la corte, La Cava. Para satisfacer sus lujuriosos deseos aleja al padre de la muchacha, el conde don Julián enviándolo con un importante cargo a Ceuta. sin embargo hasta allí le llegan al conde las noticias de la deshonra de su hija (en unas versiones violada por el rey, en otras, simplemente seducida). En venganza, don Julián, traba contacto con los musulmanes que han llegado al norte de África y les propone la conquista de España. En efecto, pasan el Estrecho de Gibraltar y en la batalla de Guadalete derrotan por completo al ejército visigodo. Sin embargo el cadáver del rey no aparece. Según la tradición consigue llegar hasta Galicia y allí sufre una tremenda penitencia enterrándose vivo en una tumba con una serpiente que le va devorando hasta morir.

Fruto de los amores prohibidos entre doña Jimena, princesa hermana del rey  Alfonso II de León,  y el conde de Saldaña, nace Bernardo del Carpio. Su origen oculto y bastardo le convierte en prototipo del vasallo rebelde que se enfrenta al rey  cuando Alfonso II el Casto intenta prestar vasallaje a Carlomagno. Bernardo se alía con Marsín, rey moro de Zaragoza, y participa en la batalla de Roncesvalles donde derrota al mismísimo Roldán. (Es, pues, una figura hispánica que reivindica la victoria sobre los franceses). Finalmente Bernardo conoce el secreto de su nacimiento y legitima su origen rescatando a su madre que estaba encerrada y casándola con el conde de Saldaña, aunque para ello tenga que sacar al conde su tumba.

Narra los orígenes del condado independiente de Castilla y las peripecias de este héroe enfrentado con los reyes de León.

    En las bodas de doña Lambra con don Rodrigo de Lara surge la disputa entre los siete infantes y la novia que se considera afrentada por un incidente entre los criados. Doña Lambra incita a su marido para vengar la ofensa con sangre. Envía a los siete hermanos a una escaramuza contra los moros y los traiciona de modo que mueran todos en el combate. Por otra parte consigue que el padre de los infantes, Gonzalo Gustios, caiga también prisionero de Almanzor. Sin embargo éste se apiada del desdichado padre y sólo lo retiene preso. En sus largos años de cautiverio, Gonzalo Gustios engendra otro hijo con la hermana de Almanzor y será este muchacho, Mudarra González, quien vuelva años después a Castilla para materializar la venganza contra don Rodrigo y doña Lambra.

    En este ciclo se entremezclan diversos episodios de la vida del Cid, en los que no siempre él es el protagonista.

    Los romances que tratan la juventud del Cid, presentan a un personaje orgulloso y pendenciero bastante alejado del héroe mesurado y prudente que nos presenta el Poema de Mío Cid. Un importante núcleo temático de estos romances se centran en sus amores con doña Jimena, hija del conde Lozano. Aunque ambos jóvenes se aman, un enfrentamiento entre los respectivos padres acaba en una terrible ofensa de Lozano a Diego Laínez, padre de Rodrigo. Éste se ve forzado a vengar la ofensa a su padre matando al conde, por lo que Jimena, a su vez, reclamará del rey Fernando, pena de muerte para Rodrigo. Finalmente el rey dirime la cuestión obligándoles a contraer matrimonio.

    Las historias del cerco de Zamora tienen su origen en el testamento de Fernando I que repartió el reino entre sus hijos: Sancho hereda Castilla; Alfonso, León; García, Galicia; Doña Elvira, la ciudad de Toro y doña Urraca, Zamora. Sancho, que considera que, como primogénito, debe ser rey único, se lanza a la guerra contra sus hermanos en un intento de arrebatarles sus posesiones. Finalmente sólo resiste Zamora y los ejércitos del rey Sancho (en los que combate como alférez Rodrigo Díaz, el Cid) cercan la ciudad. Un día sale de ésta un caballero, Vellido Dolfos, que promete al rey enseñarle un lugar por donde podrán tomar Zamora. Sin embargo, es una trampa y Dolfos mata a traición al rey don Sancho. Hay un juicio de Dios en el que los castellanos retan a tres caballeros leones, los hijos de Arias Gonzalo, que mueren uno tras otro, sin que se resuelva la responsabilidad de la traición.

    Muerto Sancho, Alfonso, que estaba exiliado en el reino moro de Toledo, hereda el trono, pero sobre él pesa la sospecha de haber participado de algún modo en la muerte de su hermano. Antes de hacerse con la corona, el Cid le hace jurar su inocencia en la iglesia de Santa Gadea de Burgos. Picado en su orgullo por lo que considera una humillación por parte de su vasallo, el nuevo rey destierra al Cid.

      Otra serie de romances tratan diversos episodios del destierro y de la estancia en Valencia.